miércoles, 21 de mayo de 2008

Y flotar...

...y flotar hacia una luz sin forma; desvanecerme, ser sólo un sentimiento deshecho en jirones a través de las hojas, y el tiempo...

Era luna llena...

Era luna llena cuando me besaba. Mis manos temblaban, mi cuerpo dibujaba espirales. Creí encontrar un refugio momentáneo a mi noche eterna y pesadillas; su voz enardecida me habló de tiempos y lugares distantes, y en su mirada hallé las luces de mares y horizontes lejanos.

Era luna llena; los pálidos reflejos del amanecer inquietaban el pulso de mis labios afiebrados.

Y el eco de sus sueños dibujó ilusiones por sendas desconocidas en mi memoria.

Esta noche su luz derrama círculos de hielo en la distancia, pero mis ojos, ciegos en la espera, sólo distinguen figuras inertes.

La luna se oculta a mi espíritu, y esconde sus pasos a mis dedos ateridos.

Cómo recordar...

Cómo recordar sin pausas que mi destino se ata al suyo a través de un delgado cordel invisible tendido en la distancia...

Cómo no olvidar el color intenso de sus ojos que me observan desde la cima y el éxtasis...

Mis manos dibujan ecos sobre una piel sangrante.

La voz de las heridas hace escuchar su angustia a través del tiempo.

Y de mis labios brotan llamas y lágrimas. Ya no sé dónde se encumbra la esperanza.

viernes, 9 de mayo de 2008

Donde está ahora?

Dónde está ahora la caricia sutil que encendió candiles en mi alma, y que me mostró que la ruta no siempre conduce al fondo de una quebrada?

He de pagar con sangre cada desafío al destino marcado por los dioses...

Porque no parece haber elección. Todos los senderos me empujan a un final incierto, y termino mis días escondida del mundo, cubierta por el barro de mi miseria, aferrándome a una calma falsa para poder seguir caminando.

Dónde están ahora los prados exultantes de colores, la brisa primaveral que agita el pelo en remolinos? Dónde las risas nocturnas, los encuentros eufóricos bajo los truenos de una tormenta?

Otra vez el silencio rodeando mis brazos.

Otra vez el olvido marcando su huella en mi frente.

Sólo queda cerrar los ojos, y dejar que el tiempo acelere su obra macabra.

Fue sólo un paso más hacia la ruina.

Je fait une promesse

Falté a una promesa. Pero a estas alturas, a quién puede importar? Sólo somos yo y mi reflejo en las aguas de la lluvia que no cae. Sólo somos mi eco en el silencio, mi sombra en el abismo, mis ojos encandilados por fugaces pasos de soles y crepúsculos.

Porque nadie vendrá a golpear mi puerta, y sola deberé enfrentar el suplicio de cada mañana. De sonreir y ocultar los deseos por huir de miedo. De buscar valor donde ya no tengo, y esperar que el tiempo consume su gran obra. El exterminio de mi voluntad vacía.

Falté a una promesa. No creo que vengan a cobrar esa deuda.

jueves, 8 de mayo de 2008

En una lágrima...

En una lágrima caen mis idilios. En una lágrima, cruel y pasajera, se funden el ocaso pleno de colores y mis ansias de libertad.

Dame el vaso de mi elíxir ahora, y déjame morir, como última nota de una canción sin melodía, diluirme en el silencio.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Otra absurda y olvidable historia

Ya no me siento con la libertad de espíritu necesaria para decir que "todos" los hombres son iguales, o tratarlos de bípedos a secas, sin miramientos. Pero de que el 90% cae en esa descripción, no sólo estoy segura, si no el destino se encarga de recordármelo.

Semana Santa fue una buena excusa para sacar mi humanidad de la contaminación santiaguina, y retomar el encuentro con mis raíces marinas. La playa me esperaba, con unos días magníficos, aún buena temperatura, y lo mejor de todo, sin la molesta presencia de la "familia chilena", que con su basura y griteríos arruina hasta mis ganas de tomar sol durante el verano.

Tras una noche de sueño dulce y profundo, acunada por el eco lejano de las olas, desperté una mañana gloriosa con ganas de disfrutar de mi tierra. Caminé por las rocas con la pasión propia de un niño en busca de aventuras. Y terminé la tarde tejiendo en La Puntilla, sin viento, rodeada de dioses griegos. Hasta que me di cuenta que tenía unos sanos deseos de encontrarme con mi loco amor del verano.

Era éste un artista de la zona, de mi misma edad pero con serios problemas de adaptación al paso del tiempo, que recién estaba sacando una carrera, y demasiado aficionado a carretear con gente de menos experiencia. Como a mí todo me daba lo mismo inicié con él un breve pero intenso romance, que se fue al carajo cuando noté ciertas reticencias y conductas poco claras. El clásico "no eres tú, soy yo" convirtió el romántico idilio en sólo una experiencia olvidable más, pero un breve encuentro semanas atrás, que me permitió poner cosas en claro sin perder la sonrisa, me dieron la suficiente entereza como para comprender por fin que efectivamente el problema no era yo, y que incluso podía disfrutar su compañía sin complicarme demasiado la existencia.

Me sorprendí con demasiadas ganas de que el destino lo llevara al mismo bar, o de que se produjera el milagro de un encuentro casual en la calle. Ante tal panorama, que veía con preocupación que podría arruinar mi perfecto fin de semana, decidí tomar cartas en el asunto, y ya que me sabía el teléfono pese a haberlo borrado de la memoria del celular, lo llamé.

Contento de escucharme (buen punto) y cheleando con amigos en su casa (mal punto. Qué no podía estar un día este hombre sin tomar?). Hablamos brevemente, le informé de mi presencia en la zona, y tras un par de frases como jugando al escondite, quedó en que "tal vez" me llamaría, si le salía algo entretenido. Me sentí tranquila de que al menos, como él ya sabía los lugares donde yo suelo transitar, si no deseaba toparse conmigo los evitaría.

Así que la noche me sorprendió caminando decididamente hacia mi destino. Había una luna llena hermosa, como augurando buenas cosas... No quise ir al bar de siempre (mucho frío para tomar una bebida), y me encontré con amigos extranjeros en la entrada del hotel. Conversando, conversando, mucha risa, muy entretenida. Finalmente, tras acompañarlos un rato en el bar (donde terminaron arrastrándome), me fui resuelta hacia la disco, dispuesta a desvivirme en la pista.

Poca gente, ni comparado con la última vez que estuve ahí. Como ahora cultivo la paciencia, decidí darle tiempo a la noche y dejar que el ambiente se fuese armando. Poco después, ya había más público, y me lancé a sacudir el organismo.

Llevaba unas tres canciones cuando casualmente miré hacia mi lado derecho. Pude ver que entre toda la gente habían dos chicas, y en ese momento un hombre se acercaba a ellas, saludando a una con un beso en la boca que demostraba claramente que era "su" chica. Me habría dado lo mismo si no fuese porque el tipo en cuestión me miró abierta y descaradamente mientras la besaba, y era él, mi loco amor del verano.

Me sorprendió tanto que sólo atiné a mirar hacia otra parte. Seguí bailando, ligeramente automatizada, y preguntándome si era posible que fuese él. Había sido tan directa su mirada que dudé. Miré nuevamente, y era.

Me inundó una profunda rabia. Me daba lo mismo que anduviese ya con otra (total conmigo no pasaba nada), pero esa actitud infantil, como diciendo "mira, estoy con ella y no contigo" me indignaba. Acaso el imbécil tenía 15 años? Y creería acaso que me iba a herir en lo más profundo de mis sentimientos?

De hecho, no atinaba a entender si aquella escenita había sido intencional, o si era sólo una jugarreta más de los santos, que de vez en cuando se las arreglan para hacerme la vida un poco más complicada. Y si era deliverada, por qué? Acaso no había sido él quien decidió que prefería estar solo?

Sin entender nada, pero presa de una rabia que se iba poniendo cada vez más oscura, decidí retirarme del lugar. Prefería perderme la noche de baile antes de estar haciéndome la valiente y evitando quedar al lado suyo, dándole en el gusto de creer que me sacaría pica o algo similar...

Iba camino a la puerta cuando una mano me atajó. Ahí estaban mis amigos, que pese a que juraban que esa noche no irían a la disco, ya estaban instalados haciendo de las suyas. Y no dejaron que me fuera. Uno de ellos, un grandote calvo con cara de malo pero dulce como él solo, se dedicó a buscarme prospectos para bailar, ya que él tenía "dos piernas izquierdas". Después de un rato me di cuenta que el encuentro fortuito ya no me importaba. Y a la hora después estaba feliz de la vida bailando merengue con el más simpático de todos.

A lo lejos vi que el sicópata me vigilaba, besuqueando a su pareja y dándose el tiempo para ver si yo lo miraba. Me dio risa. Qué se creía?

Y pensé de verdad que nunca más sabría de él, hasta que el domingo pasado, un mes y medio después del incidente, me llamó al teléfono de la casa. Por el nombre supe que era, pero me asaltaba la duda. Ante tanta pregunta me dijo "estás con tu pololo?". Reconocí la voz, y le pregunté si era el chico de la playa. Me dijo que sí, pero que más rato me llamaba. Y cortó.

Alguien me podría explicar qué es lo que le pasa a ese individuo?