
La primera que vi era un dramón, con condena a muerte y todo. El niño bien que lo tiene todo, pero que nada le impresiona, y cuando conoce a la mina de su vida, le diagnostican 6 meses de vida! y al final, era mula! nunca se murió!
La de la semana pasada era muy chistosa, así como de la época de la colonia, y con un grupo de gitanos muy limpiecitos y bien vestidos. Chistosa, por decir lo menos. Ah! la doncella en cuestión (que hasta el momento se ha repetido el plato en varias películas) obvio con el pelo rubio teñido y un corte medio setentero... seguro que en el 1700 se cortaban así el pelo.
Pero la de ayer me mató. Salían la gran Anita González (la misma, la Desideria), y Walter Kliche, y no pude evitar ver hasta el final, para saber cómo el nieto pródigo iba a convencer a la abuela millonaria (que al final, tenía menos plata que el nieto) de aceptarlo.
Bueeeena. Ahora comprendo por qué a mi madre le gustaban tanto cuando era joven (hace hartos años atrás). Yo creo que por lo chistosas y descabelladas de las historias, porque no me imagino que se las hayan tomado en serio. O sí?
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