
Tráeme la llama viva del calor de su mirada, inquieta mis sentidos, despierta mi piel soñadora y átame con hilos de colores a su aliento y los pasos en el silencio.
Desentierra mi néctar del fondo muerto de mis sueños adormecidos; limpia mi cara de cenizas, dame paz y el éxtasis de sentirme diosa poseída.
Regálame, septiembre, las alas para volar a otras dimensiones, las cumbres donde mi nombre resuene con un eco sin descando. Revive el pulso de mi pecho enloquecido, entrégame al placer, y sobre todo, dame su corazón en un cáliz de cristal.
Porque tu brisa perfora mis muros y me desnuda de prejuicios. Como en un altar, mirando embobada la divina majestad de una flor que se abre al sol que nace.
Amanda Cabot.
Agosto 31, 2007.-
Regálame, septiembre, la furia de sus besos y su vientre a compás del mío.
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