Es mi hora oscura, el amargo elíxir que de vez en cuando recuerda correr por mis venas, y transformar mi sonrisa en caos.
Es la flor herida, la zozobra de las sombras que corroe el espíritu; el reflejo en el fondo del abismo, y una voz maliciosa que susurra en mi oído canciones de desesperanza.
Como prisión de mis anhelos.
Como martirio en mis heridas.
Cerraré mis ojos, y dejaré que el ocaso me cubra con su manto.
lunes, 1 de septiembre de 2008
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