miércoles, 28 de noviembre de 2007

Prendidísima...

Parece que recibí del cielo una buena dosis de energía, tal vez como regalito de cumple. O puede ser que a los 33 uno se ilumina, y como Cristo sale al mundo a derrochar desplante y cumplir su misión. El caso es que cambié el dígito, y me cambió la vida.

De pronto sentí cómo mi mente se abría, y empecé a ver soluciones donde hasta hace unos días sólo veía problemas. Dicen que eso es fluir...

Y ahora tengo a medio mundo corriendo, buscando clientes, presentando propuestas, y lo mejor, ganándolas. No me dejé abatir por perder otras dos propuestas que daba por seguras, sólo me di el tiempo de pensar y repasar cómo se habían dado las cosas, y llegar a la conclusión de que si no era, no no más. Siempre hay algo mejor esperando a la vuelta de la esquina.

Qué curioso cómo se va arreglando el naipe solito; eso sí, nada es gratis. Me estoy deslomando por cumplir con todo lo que me propongo día a día, y quedo cada noche con la alegre sensación de que viví una gran jornada, que fui feliz haciendo lo que me gusta (mandunguear y sentirme libre para elegir a quién ofrecer servicios), y que me voy a dormir con un cansancio agradable y una sonrisa en los labios.

Después de todo, hay que aprovechar estas "crisis" de actividad, no sea cosa que después me venga otro bajón. Por lo menos que me pille bien parada, y con los negocios corriendo solitos.

Ojalá eso sí que mi ciclo no se acabe a los 33, como el susodicho. No me haría mucha gracia despedirme del mundo en plena ebullición de mi inquieta naturaleza.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Y fluiré.

Y fluiré, como el agua que resbala dejando una estela brillante sobre la roca. Como el aire humedecido que conquista mi pecho escrupuloso, y me da abismos para medir fortalezas.

Qué es una lágrima corriendo por mis pies, cuando el cielo brilla sobre mi cabeza, y me muestra el inicio de una aventura inédita?

De mis labios escaparán ecos y el recuerdo de unos besos temblorosos.

De mis manos brotarán caricias, que se irán confusas en el viento...

domingo, 25 de noviembre de 2007

Sólo el desborde.

Se irán los días, se perderán con el paso del sol y los hombres cansados de vuelta a sus hogares, y a su paz.
Mi paso habrá sido fugaz, como el roce de una brisa curiosa sobre los párpados cerrados.

Pero si estuviese ahora tu cuerpo en mi vereda sería volcán y torbellino. Mis labios dejarían su huella en cada rincón de tu piel ansiosa, y no diría palabras más que de éxtasis. No pediría una cita, ni una respuesta, ni siquiera la posibilidad de traerte aquí de vuelta.

Sólo serían mis dedos corriendo descalzos por tu espalda húmeda, el roce atercipelado de mis rodillas, la caricia sin nombre y sin excusas.

Sólo el rumor de mi boca en tu pecho.

Sólo el desborde de mi vientre enardecido.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Sigue así

Sigue así, pidiéndome por favor que te desprecie. Más temprano que tarde callarán mis voces, y sólo un profundo desaliento ocupará los dominios que alguna vez quise dedicarte.

Crees que juego

Crees que juego? Maldita sea la hora en que mis pasos me llevaron a tu ruina!

Ves en mí nobleza? Hecha trizas, mancillada, mi alma sale herida con cada palabra; el ronco retumbar de otras gentes perfora mi cabeza, y quiero escapar de este destino incierto.

Sonríes con mis letras. Supieras que por dentro hay sangre cubriendo las paredes! Que la noche no acaba nunca, que digo tu nombre y lloro de impotencia, de rabia contenida, de mil insultos que jamás llegaré a pronunciar.

Porque mientras me muero tú crees que juego.

Tristeza ciega

Cada hora que paso en esta tierra maldita me llena de miradas torvas, de ceños disgustados, de noches sin dormir.

Cada instante que miro este estrecho horizonte deja marcas lacerantes en mi pecho.

Y se cierra mi garganta, y el puño es cada vez más apretado. Y una tristeza ciega me consume, y no encuentro escape, ni a las luces ni a las sombras, para tanto dolor inútil.

El desaliento se enseñorea de mi espíritu. No veo un mañana, y mi pasado revive en cada esquina, recordándome que existo, que mi mundo es paralelo, y que una mancha pesada separa mi destino de los mortales.

Quiero que la distancia ocupe el lugar de la melancolía. Será un paisaje, será una estela, pero ante todo, será un sumerjirme eterno en aguas tempestuosas que me den la calma.

Vamos a bailar!!!

Pasó mi cumple. No tuve regalos, ni cantadita de "cumpleaños feliz...", ni tampoco apagué velitas. Si no fuera por Cynthia tampoco habría tenido visitantes.

Demasiado.

Amiga, por favor salgamos a bailar el sábado. Creo que el exceso de calma y buenos modales me están pasando la cuenta. Necesito mover el esqueleto, dejarme llevar por la música, mirar chicos guapos (y ojalá pasar más allá de las miraditas...), sentirme el alma de la fiesta...

La Blondie no me tinca porque nunca sabes si el tipo que estás mirando es homo, bi o hetero. Mejor no correr riesgos. La Berenjena tiene un caudal abundante de chicos mirables, pero no sé qué les pasa que se hacen los lindos, y pretenden que poco menos una les ande hablando. Seré de otra época, pero no transaré con mis principios por un menor de edad.

Qué otra opción tenemos?

Nunca he ido al Bal-Le-Duc, y aunque me digas que es un antro me dan ganas de conocerlo.

No me vayas a salir con un pastelito por fis, y que no pudiste organizarte... mi espíritu, mis piernas y hasta mi piel necesitan un poco de exceso. Ya amiga?

Vacío y universo

Es el orgullo pecado estoico y doloroso, que me hace sudar extremos y lleva mi ira hasta donde sólo queda el alma para destrozarla.

La arrogancia, mirada infiel que clava estacas desde su jaula de vidrio. Sonrisa desdeñosa, cargada de oscuras nieblas, que oculta un corazón fiero y eterno en su melancolía.

Cuándo huirán, dejando un vacío tan intenso que el universo entero encuentre aquí su reino?

He aquí que vuelves

He aquí que vuelves a cruzarte en mi ruta desierta. No sé si traes recuerdos, un presente de dicha que contraste con mi cara triste, un secreto nunca confesado...

Callaron los años. ¿Somos acaso los mismos? Ignoro si los golpes sólo fueron de este lado, si el sol brilla en mi ventana y no en la tuya, si la imagen que de mí te haces se parece a esta inquieta flor que se mece al viento.

Cuántos de tus sueños se hicieron verdaderos? Cuántas agonías escondiste en el rincón oculto de tus pesares nocturnos? Cuántas sonrisas derramaste, y cuántas lágrimas invocaste en mi nombre?

He aquí que me buscas, y que estaré frente a ti de nuevo. Convaleciente, herida de muerte y resucitada. Caminando otra vez con pasos ligeros. Como si fuera ayer, como si no tuviera marcas en la piel, y sólo mi espíritu se deslizara por las calles, oculto...

martes, 20 de noviembre de 2007

Así se pasa la vida...

Me cayó un fatídico nuevo dígito. Y la vida sigue igual que siempre.

Anoche, momentos antes de dormir, pensaba en la importancia trascendental que daba cuando más joven a este acontecimiento. Si contaba los días que faltaban para que llegara "mi" gran hora, aquella en la que me sintiera importante. Hasta encontraba que los días eran distintos, especiales.

Hoy fue uno más de tantos días ajetreados. Con mucho calor, eso sí, y el alivio que representa poder adueñarme por algunas horas del auto de mi cuñada. Mirar de igual a igual a los (a veces) guapos conductores de aquellas 4x4 gigantescas, y creerme la muerte con mis bellísimos lentes ópticos de sol.

Pero lo partí con una sonrisa. Una ducha tibia y acogedora me lanzó muy temprano a las aventuras que me esperaban al volante, y corrí, corrí, por todo Santiago, multiplicándome en esfuerzos por lograr la meta deseada.

Y luego la calma... la placidez del hogar familiar, un rico almuerzo, una tortita de aquellas preparadas por las manos de mi madre... si hasta mi hermanito me honró con su presencia, llegando a placé a la comida, y riéndose del calor.

Pensé que nadie vendría, pero Cynthia (chiquita linda ella) se esmeró desde primera hora del día en decir presente. Y aquí estuvimos, revisando viejas fotos, emocionándonos con recuerdos del colegio, y admirándonos de la juventud exultante que nos sonreía desde aquellas viejas láminas.

Y ahora la noche nuevamente me acoge, y será como otro día, sólo que hoy recibí el cariño a distancia de aquellos que me quieren. Que se dieron el tiempito de llamarme (como Ingers y Ale, a primerísima hora, y Steph, que en medio de un despelote laboral me dejó un mensaje muy corporativo en el celular), quienes me persiguieron para darme un abrazo, quienes me mandaron un correíto desde lejanas latitudes, y hasta quienes utilizaron la vapuleada plataforma de msn para gritarme un mensaje de alegría.

Gracias a todos, a Pachi por su persecución, a Marcelita por sus cantos en el fono, a mis primas Alejandra y Andreíta, a mi cuñada que me dio el primer saludo, a mis padres (que llevan semanas preparando mi regalo...), a Cristian por su llamado en capítulos, a la Sandoval por su postal, a Adrian por llevar días saludándome...

Es como una caricia en el corazón saber que les importa mi existencia, y que me tienen en sus pensamientos.

Estas son las bellísimas flores con que Cynthia me regaloneó hoy. Qué lindo gesto! Y no sé si vio mi post, pero no podía haber elegido mejor las piezas del conjunto. Sólo yo desteñí, ya que por la poca costumbre de recibir flores no tengo ni un miserable florero, y tuve que recurrir al jarro del jugo...

lunes, 19 de noviembre de 2007

Esta noche cálida...

Esta noche cálida se hace inmensa. Parece devorarme, con sus ruidos, con la calma aparente de sus luces que me llaman.

Ese rumor constante, esa voz enronquecida que repite una y mil veces mi nombre. Quiero ir hacia ella y perderme en su misterio, sin saber si habrá un mañana, sin pedir permiso para respirar en su oscuridad.

Y mis labios serán secretos, y mis manos se entrelazarán sin prisas, en la última hora que me deja.

Pese a todo, aún no podré olvidar.

Quedarás en silencio

Podrías acercarte a mi sendero y darme de beber de tu fuente sin nombre. Qué mezquindad, no dejarme ver tus heridas, no mostrarme la salida, y pedirme a la vez que me vaya.

Quedarás en silencio, mirando cómo mis pasos huyen y corro hacia los precipicios?

Podrían tus manos coger mi vientre estrecho, aferrarse y no soltarme hasta el último suspiro. Qué sabor amargo tienen mis caricias, que las dejas clavadas a un puñal de hielo y sin embargo pareces anhelarlas?

Cambia este destino. Dile adiós a la miseria y las noches en vela; revive, intenso, eterno. Déjame morder el borde de tu boca sin dudas, porque mis dedos laten, y mi espíritu se abre como flor enloquecida.

Sólo harás un gesto de despedida, y me verás mientras camino a un destierro sin edad?

Liliums, calas y girasoles.


No es un tema menor. Hay flores y flores que a una le gustan, y otras que no. Nada que hacerle.

Me encantan los liliums. Me gustan porque son grandes, avasalladores, intensos, como un espíritu contenido que en algún momento libera toda su energía. Ver un lilium abierto es como una invitación a vaciar el espíritu de toda carga, y simplemente brillar.

También me gustan las calas. Son simples, elegantes, distinguidas. Sólo una hoja, de firme textura, y un gran pistilo en el medio. Estoicas, surgen en cualquier lugar sin pedirle permiso a nadie. Sólo emergen, orgullosas de su radiante aura.

Y los girasoles. Qué flores más maravillosas! Enormes, amarillísimas, como una eterna risa que se mueve al compás de una música cálida. Son tan luminosos, tan alegres, que son capaces de hacerme cambiar la cara hasta en el día más amargo.

Todas las otras flores son bellas, pero éstas son las que más me gustan. Será por eso que las tengo repartidas por toda mi casa?

Cuando fui en octubre a la ruka estaba literalmente plagada de calas enormes. Por donde caminara alrededor de la casa las veía. Mi madre cortó varias y se las trajo para llevar a la tumba de mi abuela. Eran las calas más golosas que he visto en mi vida.

domingo, 18 de noviembre de 2007

Dónde está?

Dónde están ahora, con sus voces despiertas, con la algarabía de las noches de juerga y la risa fácil de los humos de un vaso?

Quién escucha tu silencio y se detiene un instante a acompañarte?

Dónde se encuentra tu amada, aquella por quien sueñas y velas? Dónde dejó sus manos, que no están para acogerte y calmar el temblor de tus sienes?

Quién cuenta las estrellas y ruega por la paz que inunde tu alma?

sábado, 17 de noviembre de 2007

El abandono

Este es un nuevo concepto que aprendí ayer. Suena simple, pero por dios que es peliagudo.

Se refiere a cuando ya no hay nada que uno pueda hacer, ni decir, ni intentar, para cambiar las cosas. Cuando ya hiciste todo lo que podías, y no hay caso.

Abandonar. Decir "basta", y dejar atrás.

Sé que el zen me dice eso hace rato. Sé que es lo más sano. Y creo que por fin debo hacerlo, aunque mi corazón ruegue por lo contrario.

Ese motivo es en sí una razón real y contundente para irme de aquí. No necesito más argumentos.

Se perdió.

Se perdió. Se perdió el silencio mágico, el suave mirar sin palabras. Tus manos aferrando las mías, tus ojos y el halo intenso que envolvía cada momento, pese a la distancia.

Se extinguió. El temblor en tus párpados, mis lágrimas corriendo a raudales, tu burla cariñosa.

Ya sólo veo que no comprendes. Que la soledad me clava y quiero gritarla y escupirla, y crees que sigo jugando. Que la herida está abierta, que mi almíbar se escabulle, y no haces nada por acogerme.

Que mi destino es un tablero incierto del que huyes despavorido.

Que mi ruina te cansa.

Que en mi rumbo ya no se oyen los ecos de tu respirar.

viernes, 16 de noviembre de 2007

Suspiro de luz.

Deslízate por las yemas de mis dedos y abandona mi guarida. Déjame sentir que la paz del vacío se llena con la sangre de nuevos días.

Qué insistencia en venir a golpear la puerta de mis sueños. Si ya te dejé libre, si eres hora muerta y deseo extinto, qué voces te llaman a mi senda!

Corre a través de mis sentidos; fluye, como el agua en un estanque abandonado. Déjame respirar; que mi aliento sea travieso, que mis ojos sonrían como antaño.

Abandona mis dominios. Quiero ser otra vez el suspiro de luz de una noche adormecida.

Y dónde quedó la emoción?

Ayer me di cuenta que mi vida en estos momentos carece de emoción. Que mi viaje tomó la ruta de una larga carretera lisa y con paisaje de desierto a ambos lados. Que el andar es cómodo, con curvas amplias y sin giros imprevistos. Sin hombres trabajando en el camino.

De esto tomé conciencia anoche, cuando con mi amiga Paz no teníamos nada que contarnos de emocionante. Nada. Y eso que ayer fue un día estupendo.

De partida, despertar de un sueño profundo por un llamado, y raudamente bajar para que te pasen un auto! Con lo que echaba de menos manejar! Me tomé a pecho el préstamo, y le saqué casi el doble de kilometraje al vehículo. El único detalle es que era automático... si hubiera tenido una palanca de cambios para mi mano derecha, y un pedal de embrague para mi pie izquierdo (que se aburrió de no hacer nada) mi felicidad habría sido completa.

Y trabajé... por todos lados, haciendo despliegue de mi sonrisa pep (favorecida por el estupendo trabajo de mi dentista guapo), consiguiendo que me pasen todas las muestras del mundo sin dejar ni un sólo cheque en garantía. Y cumplí con todas mis obligaciones. Y hasta me di el lujo de ir a buscar a la dueña del carro a la puerta de su oficina, ahorrándole una incómoda vuelta a casa rodeada por los aromas del metro de Santiago.

Eso fue todo. Una estupenda jornada. Toda la pega bien hecha (la del día). Llegar a casa cansada pero satisfecha. Y no tener nada de qué reirme para callado.

Se está volviendo ñoña mi vida? Es cierto que de acuerdo a las enseñanzas del Zen iría bien encaminada (disfrutar las cosas simples, hacer que cada acción, por cotidiana que sea, se haga de buen ánimo y darle un toque sagrado a lo más cotidiano), pero me está asustando tanta tranquilidad.

No sería nada si esta pausa fuera un oasis para mi atribulada existencia (y se agradece, después de haberlo pasado malito malito todo el período entre abril y octubre), pero mi turbulencia interior me pide como alimento un poquito de emociones.

Ahora todo me da lo mismo. No quiero salir, no quiero celebrar mi cumple (es decir, sí quiero, obvio, pero no organizaré nada. Me angustia tener que andar persiguiendo a los invitados para que cumplan y aparezcan), no quiero enredarme en pasiones sin sentido. Sólo seré feliz cuando ponga mi firma en un documento que me libere de esta cárcel llamada leasing, reciba mis lucas, me compre la camioneta (ahora quiero una Montana), y agarre mi gato y mis pilchas y me vaya a la punta del cerro.

Hace unos días un ejecutivo de una empresa cliente, que no se caracteriza precisamente por ser el alma de la fiesta, me dijo que me estaba arranando. Casi le solté un garabato (shi, vos q te creís), pero sólo sonreí. Eso me dio susto. Que ese señor me haya encontrado poco entretenida lo considero preocupante.

Bueno, veremos si algo sucede de aquí al otro fin de que me remueva un poco el piso. Sería medio penoso tener que irme a la Berenjena a buscar dioses griegos en la multitud, a ver si se pone interesante la cosa.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Me duele su dolor.

Me siento acongojada. No triste, acongojada. Siempre me ha impactado el dolor y la impotencia de la gente más sencilla, no de los pobres urbanos, si no de la gente de campo. De aquella que no conoce más que sus horizontes hechos del polvo de los caminos y los campos, generalmente ajenos, que trabajan.

Tal vez sea porque reconozco en esa sencilla gente de tierra mi propio origen. Tal vez leo en esos ojos que han visto una y mil veces el mismo amanecer entre los cerros una certeza absoluta, que no somos más que el instante fugaz que nos conecta con otros.

Y es por eso que me duele el dolor de quienes sufren ahora la pérdida de sus pocos enseres. Aquellas gentes que no luchan por un plasma, ni por el auto de último modelo, ni siquiera por un ascenso. El dolor de quienes no ambicionan más que una huerta para cultivar sus alimentos, y una cama que acoja su descanso. El dolor de quienes a nadie molestan, y que en un minuto ven como sus escasos enseres se confunden con escombros.

Esta noche hay quienes duermen con temor, esperando que la tierra nuevamente se sacuda, rogando porque el amanecer les traiga calma y un poco de agua. Mientras, yo me acomodo en mis almohadones y disfruto mirando una película sin verla.

Esas gentes no saben de mi angustia, del tormento que se clava en mis venas cada segundo, luchando por ser libre y marcharme de esta ciudad enloquecedora. Ellos sólo ven su casa en ruinas, y lloran de impotencia.

Soñé

Soñé.

Era tan real! Soñé con tu cuerpo junto al mío, en comunión silenciosa. Yo temblando, tú sonriendo. Qué esperabas en aquella noche inmensa, que me pedías que olvidara la tristeza y te diera otra vez el fulgor de mi piel hecha llama y trueno!

Yo abrazaba la almohada, mirándome en tus ojos que tenían el color que visten cuando amas. Sería capaz de dejar las lágrimas derramadas fuera de mi alma?

Desperté. Me reconocí sola en un cuarto vacío, y quise seguir soñando. Habrían cerrado las heridas, podría perderme en tu abrazo sin pensar en el pasado?

Pero soñé. Sólo soñé.

Y si olvidas?

Y si olvidas esta noche negra, y corres a mis brazos, como si fuera la vez primera?

Si dejas atrás los temores y las trabas, y detienes el temblor, cobijado en mi locura, con mis labios susurrando plegarias en tu frente?

Olvida las ataduras, lanza tu voz al viento. Deja que sean mis manos las que te guíen hasta el amanecer.

Dile adiós a los tormentos. Es mi alma que te llama desde el pozo infinito de verdades y calor eterno.

Y si dejas que el destino escriba su historia, y te abandonas a los designios de tu vientre en llamas?

martes, 13 de noviembre de 2007

No me gustan los hombres que comen mucho.

Soy jodida, lo sé, y también asumo que esa característica se acentúa de una manera alarmante con cada día que pasa.

Lo siento. Si hay algo que me carga son los hombres que comen mucho.

No tengo nada contra una sana y balanceada alimentación, y tampoco pretendo que todo el mundo exhiba un look de tabla como el mío, pero me molesta así como bien adentro esa mala costumbre de comer harto. De ser "bueno pa'l diente". De dejar los platos limpios.

Recuerdo que mi anterior novio (novio de verdad, 7 años, tengo fotos que lo demuestran) era así como medio glotoncito. Se tragaba cuanta mugre le pusieran por delante, bien regado con litros y litros de cerveza, por supuesto. En su casa vivía con su madre (casi una santa) y dos tías solteronas, que claramente se esmeraban en hacerlo comer casi hasta reventar, y gozaban viendo cómo apuraba el tranco a cucharazos y sorbos.

Me revienta esa costumbre. Como si fuera una gracia arrasar con todo lo que hay en la mesa, servilletas incluidas. Y peor, que se sirvan los platos diferenciados, con poquito para la flaca que come poco, y llenito para el guata de sapo que se traga hasta los cubiertos.

No sé si mi hogar será un modelo de virtud, pero nunca se ha servido un plato más grande que otro. Todos por igual. El que quiera comer menos, que lo deje en el plato. El que quiera más, que saque de la olla o se harte con ensaladas. Por eso en mi familia somos todos esbeltos (rayando algunos en la extrema delgadez), pero nadie anda con hambre ni mirando los platos ajenos.

Tuve otro novio (este me duró menos, sólo 1 año y medio. No tuve más paciencia) que le gustaba la buena mesa. Una vez lo llevé a la playa y mi madre se espantó cuando vio que tenía que repetirle el plato, porque quedaba mirando. Bueno, el joven era un poco corpulento, y cuando le di el corte definitivo ya estaba encaminado a una leve obesidad. Incluso una vez nos invitaron a comer a la casa de una amiga, y él métale sirviéndose todo lo que le ofrecían, ignorando mis codazos y mi cara agria de vergüenza...

Me gustan los hombres que saben comer. Que se toman su tiempo, degustan lo que se les sirve y no la dejan a una horas comiendo sola. Que no arrasan con lo que una tenga en el refrigerador (aunque sea una leche y un queso crema). Que comen poco, pero varias veces (tampoco pretendo que anden por la vida muriendo de inanición). Que no se desmayan si no tienen el tonto pedazo de carne en el plato.

Claro que hombres así casi no existen.

Me estaré poniendo demasiado exigente? Puede ser, pero admito desde el fondo de mi corazón que odio la postal de un chanchito sobándose el abdomen y sonriendo con satisfacción por la suculenta comida.

Si sigo a este paso no agarraré ni un resfrío a la pasada... menos mal que adquirí la sana costumbre de primero preguntar y después besuquear. Así la historia no pasa de ser una anécdota, y no un manchón en mi historial.

domingo, 11 de noviembre de 2007

Y se acerca...

No recuerdo haber estado antes tan poco conmocionada por mi cumpleaños. Lo que generalmente era un mes calculando posibilidades, haciendo recuentos, planificando celebraciones (y sufriendo por anticipado con los posibles ausentes), ahora me tiene en una absoluta indiferencia.

No quiero hacer nada. El año pasado me esmeré organizando un cumpleaños como correspondía, y vino una mínima parte de los invitados. Y de los que llegaron, varios parecían estar mirando el reloj, como calculando el momento preciso para retirarse ni tan temprano que se viera mal, ni tan tarde que los privara de otro encuentro.

Siempre sufro cuando hago una convocatoria. Como que empiezo a deprimirme pensando en que nadie llegará, y al final en vez de pasarlo bien por los que aparecen lo paso mal por los que no vienen.

Todo este psicótico análisis debe tener su raíz en alguna de mis celebraciones infantiles. Recuerdo que a mis cumpleaños siempre llegaban pocas personas (después descubrí que era mi madre la que invitaba con pinzas a la parentela), mientras una semana después, mi prima Andrea repletaba su casa de gente, que la colmaban de regalos (los cuales me refregaba en la cara después. Menos mal que mi prima creció y se transformó en una chica maravillosa. Cuando pequeña era bien insoportable).

Tal vez se deba a que en mi celebración de los 7 años a mi hermano se le ocurrió nacer antes de tiempo, y después de terminar de armar la torta mi madre debió partir raudamente al hospital. No sería nada si no fuera porque el perla decidió tomarse su tiempo, y distinguirnos con su llegada 3 días después. La última mañana mi padre ya no hallaba qué inventarme para quitarme el susto por la larga ausencia materna...

Recuerdo claramente mi cumpleaños número 15. Hice una fiesta de antología. De esas que la gente recuerda por mucho tiempo. Esa vez mi casa se llenó de gente, y hasta hubo un apagón, razón por la cual tuvimos que mantener la noche ardiendo con velas y pilas en la radio. Igual funcionó.

Esa vez me fui a la segura e invité a todos los chicos que me gustaban. Eran 7!!! Entre los del barrio y los del colegio, cómo no iba a aparecer alguno que me entretuviera en aquella ocasión tan importante!

El caso es que la noche fue memorable no sólo porque aparecieron dos de los invitados especiales (el apagón causó estragos en Santiago, y los que venían de otros sectores no pudieron llegar), si no porque el que había sido el amor de mi vida durante 3 años! llegó a la fiesta y no quiso entrar... se quedó afuera... al rato se fue. Nunca entendí si pensaba que poco menos me iba a tirar encima de él (esa maldita costumbre de algunos prospectos de creer que voy a descender de mi Olimpo para conseguir su atención... primero muerta!), o si simplemente era tímido. El caso es que el muchacho se dio una vuelta por la fiesta, y al poco rato se fue.

Pero el que la hizo de oro fue el "chico del barrio". Cuando ya pensaba que no me quedaba otra opción que conformarme con él (en realidad me encantaba, pero su inconstancia me hacía despreciarlo a veces), me di cuenta que todas mis amigas, todas, ya tenían pareja para la noche. Incluyendo a la Westerman, a la que descubrí besándose con "mi" chico del barrio. Resultado final: todas con un peor es nada, menos la cumpleañera, que se llevó al día siguiente una retada descomunal por todas las incidencias de la noche. Más encima...

Mmm... otra noche de esas memorables fue mi cumpleaños nº18. Lo pasamos increíble, fue demasiado entretenido, pero para variar el chico que me interesaba (que era algo así como "mi mejor amigo", qué asco!) no sólo no me pescó, si no que ni siquiera llegó. Y era según él poco menos que mi alma gemela. Nunca lo perdoné, y cuando al lunes siguiente apareció haciéndose el lindo en la Plaza Santa Ana a la salida del colegio apenas si lo saludé. Ni le respondí su abrazo de felicitaciones. Imbécil. Me contó que no había llegado porque armó un grupo de amigos y al final no se consiguieron auto. Me dio lata rebatirle que yo no había invitado a ninguno de sus benditos amigos.

Podría estar horas acordándome de mis cumpleaños. De lo poco felices que han sido muchos. De los tiernos que fueron otros. Pero el caso es que ahora no tengo muchas ilusiones respecto de mis fatídicos 33. Si se puede pedir un deseo lo único que pido para ser inmensamente feliz es que a esa fecha tenga ya solucionado el tema del departamento. Y poder irme tranquilamente a mirar las olas (y los dioses griegos, of course) y decir "cumpleaños feliz, me deseo a mí..."

Digo adiós.

Digo adiós.

A la penumbra que me inquieta, a los silencios de la noche incandescente. Al pasado, que me mira en la distancia. A los ojos que no me ven en la bruma.

Digo adiós.

A los sueños que cobijé en mi alma pagana. A las sonrisas del éxtasis, las frases al oído, al temblor de mis párpados acariciando su mirada.

De pie ante mi ventana me desprendo de toda la soberbia que ensombreció los colores de mis ilusiones.

Ya no soy hija de esta tierra extraña.

Y si el ayer volviera a encender el fuego en mis manos?

Sólo quedan el vacío de una noche sin estrellas y el recuerdo de la angustia carcomiendo mis entrañas.

No hay hoguera que alimente mis cenizas.

Escucharé el rumor de rutas viejas. Ellas me mostrarán mi nueva senda.

Las citas

Son un mal necesario de nuestra era. Un momento angustioso y molesto, pero que hay que pasar con la frente en alto y la mayor dignidad posible. Una cita. Qué cosa más rara!

A mi juicio no hay nada peor que cuando un par de amigos te consiguen un prospecto "interesante" con el cual, aseguran, te vas a llevar súper bien, y te inventan una salida para que el entorno haga lo que el destino y la casualidad no lograron: ponerte frente a un especimen y encandilarse con su onda.

Mal pronóstico. Ingers tuvo una cita de aquellas hace unos días, y me comentó que no estaba ni por si acaso emocionada. Que no tenía ganas de nada. Mejor, le dije, así no tienes expectativas, te relajas y lo pasas bien sin preocuparte de caerle en gracia al muñeco.

Dicho y hecho. Me comentó que bastó echarle una mirada de reojo cuando subió al auto en que la pasaron a buscar para darse cuenta que el joven no tenía un ápice de atractivo para ella. Así que se dio cuenta al poco rato que estaba hablando como loro, ya que no le importaba impresionarlo.

Más encima el niño caía en la categoría de especimen; venía saliendo de una separación, y buscaba a una chica buena que le reordenara la vida, lo que a mi juicio es una patudez. Cómo pretender que aparezca de la nada una mujer seria, regia, honesta y responsable y se haga cargo de su felicidad, la misma que él no fue capaz de lograr?

Ahí es cuando me doy cuenta que el amor y las relaciones de pareja están sobredimensionados. Existe la general idea de que en el mundo existe "alguien" esperando encontrarse con uno (el tradicional mito de la media naranja... por qué se les habrá ocurrido ese fruto tan ácido?) para darle la felicidad. Mentira!!!

Eso es imposible. En esta sociedad en que estamos todos medio enfermos, de melancolía, de estrés, de soledad, lo que menos tenemos es felicidad y bienestar. Cómo podría uno esperar que exista un ser inmaculado, que no esté herido ni dañado por males varios (como desilusiones anteriores, por ejemplo), que le dé luz a la vida y por ende la felicidad?

Qué esperamos, en el fondo, del hecho de estar con una persona? Recibir? Dar? Desbordar? me da la sensación, y lo digo por experiencia, que terminamos haciéndonos cargo del bienestar de otro, asumiendo la responsabilidad de su dicha, muchas veces a costa de nuestra propia realización, obteniendo como paga una dudosa sensación de "ser amado".

Pero como las reflexiones no bastan, seguiremos acudiendo, perfumadas y arregladas, a cuanta cita nos inviten. Por si esta vez sí que sí le damos el palo al gato. Por si, en una de esas, la mala suerte se hace la lesa y nos permite un destello de emoción. Por si los santos nos dieron una mano y nos mandaron (por fin!) a un prospecto de verdad bien aspectado.

viernes, 9 de noviembre de 2007

En un instante...

En un instante me sumergí en la clara devoción de mi alma mirando el vacío. Sin mente murmurando, sólo mi rostro asomándose a la lluvia y el viento, libre de ideas, y de sueños.

En un momento me fundí con la tarde y sus colores vívidos. El aire se impregnó de una esencia misteriosa, y fueron voces de otras eras las que susurraron en mi oído.

Un trueno sonó a la distancia. Y fui feliz dejando correr las gotas por mi cara.

Amanda Cabot.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Qué más puedo perder!

Qué más puedo perder!

Si ya lo di todo. Mi sangre, mis desvelos, los colores de la aurora resbalando sobre su faz dormida...

Si ya perdí en un vacío imaginario mi pudor y mi vergüenza. Si los sueños se quemaron en la hoguera de mi piel herida, y el fantasma de la locura se asomó más de una vez por mi ventana sin cerrar.

Si las horas dibujaron surcos en mi rostro, y dejé olvidados en su refugio el calor de un abrazo y las mentiras eternas que tanto me gusta escuchar.

Qué más podría perder!

Las plegarias a la luz de una vela, mis propios labios recorriendo los pliegues ocultos de su cuello...

Los silencios quietos, los susurros, la bendita sed de su alma devorándome.

Qué más!

Si ya no quedan lágrimas ni santos a quienes rogar por mi suerte. Mi maldita suerte.

martes, 6 de noviembre de 2007

Embalaíta y enrollá

Así me dijeron hoy que era. Que ya me habían sacado la foto completísima.

Y creo que ahí está la raíz de todos mis males, al menos de los actuales. Como suelo embalarme con lo que me entusiasma (puede ser un chico de turno, el tema para una crónica, o el sueño de la casa propia) tiendo a acomodar las cosas a mi soberana voluntad, y claro, en mi mundo paralelo a lo mejor las cosas funcionan así, pero no en el planeta tierra, por lo tanto, costalazo seguro. Y ahí quedo. Lamentándome por mi mala suerte, o metida en un forro que ni un abogado me puede sacar (confío en que Baghavan y San Expedito lo logren...).

Enrollada. Qué cierto es eso! Como en mi mundo paralelo las cosas son diferentes, frente a cada situación comienzo a analizar distintos tipos de parámetros, a ver si con alguno le achunto. Generalmente con ninguno. Así que me dedico a pensar y sufrir por conflictos imaginarios, hasta que algo sucede que me trae a la realidad.

Una vez llamé a un chiquillo que me interesaba, y como en su casa primero me preguntaron quién era y después me dijeron que no estaba, me pasé la película de que el príncipe en cuestión había dejado dicho que si yo lo llamaba me lo negaran. Y me enojé. A tal punto que cuando lo encontré en el msn lo reté, dando por hecho que así había sido.

Recuerdo que cuando era más chica me pasaba todos los rollos con las cosas malas que podían pasar frente a X situación, a fin de que como ya me la había imaginado, no sucedería. El problema comenzó cuando no sólo sí sucedían las cosas malas, si no que a veces hasta pasaban otras más insólitas, que de puro rebuscadas ni yo me las había imaginado. Menos mal que dejé de lado esa práctica insana.

Así que ahora le hago caso a Osho, y vivo cada momento tratando de no tener mente, o en estado de no-mente. Es decir, tomar las cosas como vengan, total, con sufrir por anticipado no voy a mejorar nada.

Y como me dijo mi amigui Paz hoy, para qué quitarte el gusto de una situación que te tiene contenta imaginándote todo lo malo que puede pasar. Total, nadie te asegura que pase.

Claro que no es fácil, sobre todo cuando te han pasado las cosas más extrañas y estúpidas que uno se pueda imaginar...

Creo que será mejor asumir que soy así, embalada y enrollada, y nada, vivir con eso. Si alguien lo aguanta, y es capaz de ponerme los pies en la tierra de vez en cuando, bienvenido sea. Si no, obligada a ponerme bien india y ante todo decir "no entiendo", a fin de que me expliquen con peras, manzanas y toda la fruta necesaria antes de firmar cualquier papel, aunque sea un autógrafo.

domingo, 4 de noviembre de 2007

Aterrizando

Me parece escuchar la dulce y aguda voz de mi madre diciéndome: "Lily, pon los pies en la tierra!". Qué le vamos a hacer, si mi espíritu nació para volar... lo malo es que continuamente me pierdo en alturas desconocidas, o con más frecuencia, me pego costalazos en algún roquerío salido de la nada...

Quería comprarme un jeep (cuando se solucione toda esta teleserie leasing v/s lily), pero entre vuelta y vuelta asumí que me puedo ver igual de taquillera en una camioneta. Total, la estampa y el garbo me acompañan hasta en las situaciones más ridículas.

Pero claro, la princesa quería una camioneta pirula, así que me puse a mirar en la calle y llegué a la determinación que la Chevrolet S10 Apache era la solución perfecta! Grandota, bonita, robusta... ya me veía surcando los cerros y atravesando bosques en una máquina como esa.

Hasta que escuché en mi cabeza las sabias palabras de mi madre. Es verdad. No sé cómo saldré financieramente parada de mi aventura legal (ojalá que el abogado que me recomendaron se apiade y cambie servicios por sonrisas y pocas lucas), y hasta es posible que después de pagar deudas y demases quede con una mano por delante y otra por detrás. En realidad espero que no, no puede ser tan injusta la vida (mal que mal me he descuerado trabajando hartos años), pero obligada a poner el freno de mano, y aferrarme a la opción que me da la vida: la siempre fiel Chevrolet Luv.

No me gustaba, porque le encuentro mucho aire de maestro contratista, pero obligada a verle el lado amable. Mal que mal, no me puedo dar el lujo de andar en 1 sola cabina. Tengo un gato, dos padres y una perrita que acarrear, así que doble cabina se ha dicho no más (adiós Montana, eres bella, pero no has sido hecha para mí). Por valores creo que alcanzo el rango, más menos año 2000. Y por último, me aguantarán completar el valor con un par de cheques locos, o no faltará el pariente amable que me haga un módico préstamo... aunque no quiero más deudas, por favor!

Lo que más anhelo es poder cerrar este circuito de manera digna, que nunca más me llame una ejecutiva de cobranza al celular que le pasé a mi madre (la gente de Jumbo Más aún no logra entender que ese fono ya no está en mi poder, y encontraron que la mejor manera de torturarme es mandarme recados con mis progenitores), que pueda recoger mis pilchas y virarme con la conciencia tranquila de que no le debo un peso a nadie, y dedicarme a pasar las tardes relajándome y mirando menores de edad sobre las olas.

Eso sí que es descanso! Y creo que me lo merezco. Este año ha sido harto macabro, y de hecho ya se está candidateando como el peor de la historia. Sacando de la ecuación todo lo que he comprendido de mi misma, la humanidad, la vida y la trascendencia, ha sido bien como el forro este período. Quienes me conocen saben que lo he pasado malito (salvo un par de honrosas excepciones de verano), y humildemente creo que el destino me debe una revancha. Veremos si en mi tierra pseudo natal me la gano, atravesando cerros y caminos de tierra a bordo de una increíble y bella Chevrolet Luv Luv Luv.

sábado, 3 de noviembre de 2007

Ahora que la escena ha muerto

Ahora que la escena ha muerto, que mis manos sólo reflejan el candil cerrado de una ilusión que desaparece, quisiera desvanecerme y flotar en la ventisca.

Esta tragedia comienza su fin. Ya no hay misterios enterrados en vasijas milenarias, ni ecos de lágrimas y suspiros. Ya todo acabó, y no hay aplausos que enmarquen este momento triste y agónico.

Y mis pasos se irán por la colina, y ya no sabré cuál es su rumbo. No me atreveré a levantar la mirada, por si encuentro otros ojos, profundos como aguas sin años, o transparentes como los de un hombre alado.

Ya no podré creer en la voz de los mortales. Todo canto me sonará a mentira y frases de olvido. A qué venir y encender pasiones, si el cristal se romperá y de mis venas brotará fuego y tormento?

Dirás alguna vez mi nombre?

Será mi imagen amiga y presencia en tus noches desveladas?

Por qué sigo haciendo preguntas sin sentido?

Sólo debo marchar, y dejar que el telón caiga a espaldas de mi absurda y melancólica obra.

viernes, 2 de noviembre de 2007

Rayenmawida

Estoy totalmente engrupida con eso de la ascendencia mapuche. Feliz. Y me pongo nerviosa de pensar que quizás rastree a mis antepasados y no encuentre la fuente de sangre pura hasta muchas generaciones atrás.

Así que estuve investigando, y decidí que mi nombre en mapudungun es Rayenmawida, que significa "flor del cerro". Ya que me iré a vivir dentro de poco a la punta de un elevado promontorio boscoso, creo que el nombre es bien acertado.

Estoy puro inventando. Capaz que la traducción esté mal hecha, pero no importa, yo estoy feliz de que además de mi vida anterior en la ciudad luz, cuento con mis ancestros originarios, que corrían por los bosques (me imagino haciendo qué) y se asentaron en el secano costero.

Tremenda mezcla! Que los alemanes, que los italianos, que los mapuches... ya no sé ni quién soy. Bueno, eso sí lo sé, pero de repente como que se me olvida, y empiezo a hacer tonteras de nuevo.

A ver si con el paso de los días voy encontrando más pistas. Alguien sabe cómo se diría "Piedras de río" en mapudungun?

Amanece.

Esta noche el mundo está de fiesta, y yo miro por la ventana, como una sombra sigilosa, como un espíritu en penumbras.

De mis manos caen esferas. No tienen color, son restos de naufragios lejanos, de aquellos que en sus horas extintas me hicieron temblar de placeres indefinibles, de miradas ausentes, del murmullo cruel de tierras abandonadas.

Esta noche el mundo enloquece, y me tapo los oídos, sospechando que algo se acerca, unos pasos, unas palabras.

Pero el ritmo de tambores a la distancia enmudece. Mi piel deja de sufrir, y mis labios vuelven a ser rosados.

Amanece. Y yo sigo viva.

jueves, 1 de noviembre de 2007

Telarañas, sueño con telarañas...

Pensé que esta mañana no podría moverme. Que mis pies no responderían, y que mi cabeza estaría llena de ruido y confusiones.

Pero aquí estoy, impecable, lista para rememorar una de las noches más entretenidas que recuerde del último tiempo.

Ayer fui a Soda!!! Y por lo que veo, el show en el que estuve fue mejor que el primero, al que asistieron los más fanáticos (y más pegaditos al clan de los ochenta... yo soy noventera, je).

A diferencia de la mayoría de la gente que conozco e iba, yo estaba total y absolutamente relajada con el tema. Me sabía todas las canciones (tuve todos los discos en mi casa, aunque cuando mi hermano se casó perdí), y no quise escuchar ni una sola antes. Quería vivir la experiencia del retorno en su totalidad en el concierto mismo.

Mi cuñada me sorprendió días antes con su tremenda capacidad logística para organizar gente y movimientos. Al final me pasó su auto, y anduve de chofera, pero feliz por manejar de nuevo.

Tras llevar a la Vale a la casa de sus abuelos (todo fuera por la tranquilidad de mi amiga Paz), nos fuimos a estacionar al depto. de la chica, la mejor amigui de mi cuñadita. Y ya que nos atrasamos y ella se había ido con su hermano, dejándonos debidamente recomendadas al conserje, no hayamos nada mejor que pasar a tomar oncecita a una esso market. Qué rico estaba ese barros jarpa!

Al final mi cuñada llegó antes que nosotras al estadio, con su gorrito de souvenir incluido, y ahí nos reunimos con ellos y algunos amigos de Paz, entre ellos la Negra Laura, que tuvo a media galería con ataque de risa antes y durante el concierto.

Qué bueno estuvo! Sonó impecable, y me lo bailé todo! Tuve un show personal, y me dediqué a fustigar a todos los viejos que a mitad de concierto ya estaban sentados. Todos mulas! Hasta a la Loly y a Andrea les tocó parte de mis reclamos (en realidad parece que ando un poco gruñona. Será una consecuencia del celibato?).

Me di el gusto de redescubrir sus canciones. Como todas las conocí en mi juventud primera me las sabía al revés y al derecho y las cantaba sin asumir bien qué diablos estaba diciendo. Pero ahora las fui sintiendo, y percibiendo lo que realmente habían querido decir los muchachos. Eso fue un detalle que me dejó un gustito más que agradable.

Paz se reía de mí mientras cantábamos Imágenes Retro. Nunca pensé que me iba a llegar tan a fondo la expresión "telarañas...".

Ah! y la Loly se dio el gusto de reirse de mí en "Trátame Suavemente", dedicándome su canto en la parte que dice "te comportas de acuerdo con lo que te dicta cada momento". Qué me habrá querido decir?

Después no me dio el cuero para ir al carrete de mi amiga Paz. La fui a dejar y me fui para la casa con mi cuñada. Pero feliz. Hacía rato que no lo pasaba tan bien, me olvidaba de todo y me dedicaba a cantar y bailar!

Yo había visto dos veces antes a Soda. La primera fue al salir de 4to medio, en el verano de 1993, que con la Ale Sandoval nos fuimos a Talcahuano a verlos, en una jornada memorable en que pagamos galería y terminamos instaladas en la cancha, a 4 metros de Cerati.

La otra vez fue el 95 (creo), en que a la salida me encontré con mi hermano, que fue a buscar a su entonces polola Ximena. Recuerdo que en esa oportunidad el hijo de Cerati era un bebé, y se subió al escenario a saludar a su papá. Cuando toda la gente reaccionó, el pequeño se asustó y corrió a los brazos de su mamá.

Ahora ya me quedo con un arsenal de buenos recuerdos, a ver si en 10 años más se les ocurre volver a darse una vueltecita por estos lados.


El guapo de la jornada. De los tres, diría que es el mejor conservado. Se nota que ha hecho buen trabajo de pesas. Así da gusto que se mantenga un hombre. Grande Zeta!