sábado, 3 de noviembre de 2007

Ahora que la escena ha muerto

Ahora que la escena ha muerto, que mis manos sólo reflejan el candil cerrado de una ilusión que desaparece, quisiera desvanecerme y flotar en la ventisca.

Esta tragedia comienza su fin. Ya no hay misterios enterrados en vasijas milenarias, ni ecos de lágrimas y suspiros. Ya todo acabó, y no hay aplausos que enmarquen este momento triste y agónico.

Y mis pasos se irán por la colina, y ya no sabré cuál es su rumbo. No me atreveré a levantar la mirada, por si encuentro otros ojos, profundos como aguas sin años, o transparentes como los de un hombre alado.

Ya no podré creer en la voz de los mortales. Todo canto me sonará a mentira y frases de olvido. A qué venir y encender pasiones, si el cristal se romperá y de mis venas brotará fuego y tormento?

Dirás alguna vez mi nombre?

Será mi imagen amiga y presencia en tus noches desveladas?

Por qué sigo haciendo preguntas sin sentido?

Sólo debo marchar, y dejar que el telón caiga a espaldas de mi absurda y melancólica obra.

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