domingo, 11 de noviembre de 2007

Digo adiós.

Digo adiós.

A la penumbra que me inquieta, a los silencios de la noche incandescente. Al pasado, que me mira en la distancia. A los ojos que no me ven en la bruma.

Digo adiós.

A los sueños que cobijé en mi alma pagana. A las sonrisas del éxtasis, las frases al oído, al temblor de mis párpados acariciando su mirada.

De pie ante mi ventana me desprendo de toda la soberbia que ensombreció los colores de mis ilusiones.

Ya no soy hija de esta tierra extraña.

Y si el ayer volviera a encender el fuego en mis manos?

Sólo quedan el vacío de una noche sin estrellas y el recuerdo de la angustia carcomiendo mis entrañas.

No hay hoguera que alimente mis cenizas.

Escucharé el rumor de rutas viejas. Ellas me mostrarán mi nueva senda.

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