Se perdió. Se perdió el silencio mágico, el suave mirar sin palabras. Tus manos aferrando las mías, tus ojos y el halo intenso que envolvía cada momento, pese a la distancia.
Se extinguió. El temblor en tus párpados, mis lágrimas corriendo a raudales, tu burla cariñosa.
Ya sólo veo que no comprendes. Que la soledad me clava y quiero gritarla y escupirla, y crees que sigo jugando. Que la herida está abierta, que mi almíbar se escabulle, y no haces nada por acogerme.
Que mi destino es un tablero incierto del que huyes despavorido.
Que mi ruina te cansa.
Que en mi rumbo ya no se oyen los ecos de tu respirar.
sábado, 17 de noviembre de 2007
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