Esta noche cálida se hace inmensa. Parece devorarme, con sus ruidos, con la calma aparente de sus luces que me llaman.
Ese rumor constante, esa voz enronquecida que repite una y mil veces mi nombre. Quiero ir hacia ella y perderme en su misterio, sin saber si habrá un mañana, sin pedir permiso para respirar en su oscuridad.
Y mis labios serán secretos, y mis manos se entrelazarán sin prisas, en la última hora que me deja.
Pese a todo, aún no podré olvidar.
lunes, 19 de noviembre de 2007
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