miércoles, 28 de noviembre de 2007

Prendidísima...

Parece que recibí del cielo una buena dosis de energía, tal vez como regalito de cumple. O puede ser que a los 33 uno se ilumina, y como Cristo sale al mundo a derrochar desplante y cumplir su misión. El caso es que cambié el dígito, y me cambió la vida.

De pronto sentí cómo mi mente se abría, y empecé a ver soluciones donde hasta hace unos días sólo veía problemas. Dicen que eso es fluir...

Y ahora tengo a medio mundo corriendo, buscando clientes, presentando propuestas, y lo mejor, ganándolas. No me dejé abatir por perder otras dos propuestas que daba por seguras, sólo me di el tiempo de pensar y repasar cómo se habían dado las cosas, y llegar a la conclusión de que si no era, no no más. Siempre hay algo mejor esperando a la vuelta de la esquina.

Qué curioso cómo se va arreglando el naipe solito; eso sí, nada es gratis. Me estoy deslomando por cumplir con todo lo que me propongo día a día, y quedo cada noche con la alegre sensación de que viví una gran jornada, que fui feliz haciendo lo que me gusta (mandunguear y sentirme libre para elegir a quién ofrecer servicios), y que me voy a dormir con un cansancio agradable y una sonrisa en los labios.

Después de todo, hay que aprovechar estas "crisis" de actividad, no sea cosa que después me venga otro bajón. Por lo menos que me pille bien parada, y con los negocios corriendo solitos.

Ojalá eso sí que mi ciclo no se acabe a los 33, como el susodicho. No me haría mucha gracia despedirme del mundo en plena ebullición de mi inquieta naturaleza.

No hay comentarios.: