domingo, 25 de noviembre de 2007

Sólo el desborde.

Se irán los días, se perderán con el paso del sol y los hombres cansados de vuelta a sus hogares, y a su paz.
Mi paso habrá sido fugaz, como el roce de una brisa curiosa sobre los párpados cerrados.

Pero si estuviese ahora tu cuerpo en mi vereda sería volcán y torbellino. Mis labios dejarían su huella en cada rincón de tu piel ansiosa, y no diría palabras más que de éxtasis. No pediría una cita, ni una respuesta, ni siquiera la posibilidad de traerte aquí de vuelta.

Sólo serían mis dedos corriendo descalzos por tu espalda húmeda, el roce atercipelado de mis rodillas, la caricia sin nombre y sin excusas.

Sólo el rumor de mi boca en tu pecho.

Sólo el desborde de mi vientre enardecido.

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