Cómo recordar sin pausas que mi destino se ata al suyo a través de un delgado cordel invisible tendido en la distancia...
Cómo no olvidar el color intenso de sus ojos que me observan desde la cima y el éxtasis...
Mis manos dibujan ecos sobre una piel sangrante.
La voz de las heridas hace escuchar su angustia a través del tiempo.
Y de mis labios brotan llamas y lágrimas. Ya no sé dónde se encumbra la esperanza.
miércoles, 21 de mayo de 2008
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