viernes, 9 de mayo de 2008

Je fait une promesse

Falté a una promesa. Pero a estas alturas, a quién puede importar? Sólo somos yo y mi reflejo en las aguas de la lluvia que no cae. Sólo somos mi eco en el silencio, mi sombra en el abismo, mis ojos encandilados por fugaces pasos de soles y crepúsculos.

Porque nadie vendrá a golpear mi puerta, y sola deberé enfrentar el suplicio de cada mañana. De sonreir y ocultar los deseos por huir de miedo. De buscar valor donde ya no tengo, y esperar que el tiempo consume su gran obra. El exterminio de mi voluntad vacía.

Falté a una promesa. No creo que vengan a cobrar esa deuda.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Uno puede escoger un botón de marfil para cerrar el bolso. Un botón rematado con un rubí o con aplicaciones de oro o plata. Pero cerrar el bolso con un remate como el que le das al texto es, honestamente, demoledor. La idea de que la deuda quede impaga porque el acreedor pierda el interés, incluso, en cobrarla es verdaderamente feroz.
Me encantó el texto. Porque se inicia con la desesperanza y cuando uno cree que ya es imposible emocionarse más, la autora va y le pone a uno un palo en la cabeza para quedar en el piso.

Lilian Flores Guerra dijo...

Gracias Nuntucket por darte una vueltecita por estos lados y dejar tu mensaje. Ahora entendí tu pregunta.

Cariños, Amanda.