Que el tiempo corra, y los ríos sean abismos encerrados.
Que la lluvia se vuelva cenizas, y mi andar consuma las horas.
Que el terror sea sólo historias enpolvadas y suplicios enmascarados.
Que la luna brille sobre mi pecho desnudo.
Y que el galope de la espuma corra sobre tu espalda y mis caricias.
miércoles, 9 de julio de 2008
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