viernes, 11 de julio de 2008

Toma mi mano

Anda, toma mi mano. Respira en mi aliento, con el sutil resplandor de una y cien noches en que mi almohada ha elevado sus plegarias por tus pasos y mis esperanzas.

No dejes de sonreir en la distancia.

¿Serán mis ecos canción en tu memoria?

Veo el destino cómo parece encerrarme otra vez en sus amargos juegos. Me estiro, me condeno, al frío elíxir, a la calma sin zozobras de mi corazón latiendo en soledad.

Mira mis labios, que se mueven apenas, susurrando, anhelando, marcando el compás del silencio. Cambia el color de sombra de estas horas desiertas.

Dame el calor de tu caricia más extrema. Mi piel se convierte en cenizas, temiendo la inercia. Envejezco, el tiempo amenaza con el fin del rubor en mis mejillas.

¿Seré un capítulo más de confusión y amaneceres?

¿Tiemblas cuando escuchas mi voz?

No quiero que esta humana condición me abandone antes de recorrer otra vez el camino a casa.

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