El silencio se hace esquivo. Evita mirarme, retrae sus pasos cada vez que decido invocarlo.
Me ahoga en su ausencia.
Me inhibe en su destierro.
Sabrá cada paso el valor de su sosiego?
Me haré cómplice de su hermandad lejana.
Seguirá el paraíso esperando mi llegada.
domingo, 24 de agosto de 2008
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