Cariño que no me quisiste. Tan distante resultaron mis voces, que preferiste inventar que no existía y simplemente huir ante mi sombra?
No puedo nombrarte, ni siquiera verte, porque no eres el que creí descubrir, y destruíste en un instante cualquier atisbo de sueño que tímidamente se iba levantando desde mis cenizas.
Déjame morir en el silencio. No detengas tu paso siquiera a mirar el despojo de mi alma brillante que queda varado en el camino.
Sólo llévate tu recuerdo, que ya no quiero esos reflejos despertándome en el encierro.
domingo, 6 de enero de 2008
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