viernes, 4 de enero de 2008

Una experiencia mística con Iron Maiden

Ayer estaba triste. Tras los sucesos de año nuevo, que me devolvieron la sonrisa y las ganas de levantarme en la mañana, me enfrenté inesperadamente a una colisión brutal. Desde el rincón más inesperado de mis afectos recibí una andanada de insultos, merecidos o no da lo mismo, pero que me tuvieron bien cabizbaja no por el calibre de las palabras, si no por la intención que pude sentir en ellas.

Así andaba, molesta, incómoda, hasta que tuve que hacer una cola inmensamente larga en un banco. Pensaba en esos avatares cuando llegó a mis oídos la música inconfundible de Iron Maiden, que generosamente compartía otro chico que estaba en la fila. Fue cosa de empezar a mover el pie siguiendo el ritmo, para sentir que un volcán entraba en erupción dentro de mí.

Y qué tanto? Puede ser que me haya equivocado, que mis decisiones no hayan sido las mejores, pero nadie puede negar que me he hecho pedazos el lomo y la cabeza para sacar adelante mis proyectos. Que ni vida personal he tenido en el último año, por dedicar todas mis energías a trabajar. Que los fines de semana para mí no cuentan, y he postergado mi propio ocio por cumplir con las expectativas que en mí se pusieron. Que incluso cuando no podía levantarme y ni siquiera comía igual lo único que intentaba hacer era prender el compu y seguir produciendo.

Esa soy yo. Medio loca? Loca entera! Vivo en un mundo paralelo; las reglas de la sociedad no existen en mi espíritu, y mientras todos miren hacia el suelo yo estaré buscando el detalle poético en las luces del amanecer.

Pero soy el ser humano más aperrado que conozco, el más jugado, y el que si tiene que sacarse la comida de la boca por los suyos lo hace.

Por eso entiendo que puede haber molestia y hasta enojo hacia mi persona por no haber logrado todo lo que de mí se esperaba. Lo siento; hice mi mejor esfuerzo, más soy humana y tengo límites. Pero eso no justifica que deba recibir una cantidad inconmesurable de insultos gratuitos, que deba aceptar que busquen en mis acciones malas intenciones, y que antes de taparme de malos comentarios y frases siniestras no se acuerden que cada vez que me necesitaron estuve ahí. Porque a final de cuentas eso es lo que vale. La plata se la lleva el viento.

Y Iron Maiden me trajo de vuelta. Sentí cómo corría por mis venas, despertando de su letargo, la energía vital que siempre ha movido mis pasos.

No me verán rendida. Si debo salvarme sola, lo haré, como siempre. Pero no dejaré de ser yo, viva, loca y rematada. Pero llena de un amor incontrolable hacia quienes quiero. Espero que eso no se les olvide.

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