El sábado pasado fue el cumpleaños Nº59 de mi madre. A ella no le da lata decir su edad, al contrario, se siente contenta y orgullosa de los años que tiene, cómo han ido dejando su huella, y la cantidad de cosas que ha hecho.
Tuvimos una entretenida reunión familiar, con mi hermano mayor y mi sobrino Felipe (que participó activamente en la decoración de la torta), mi tía Quena, que nunca falta a un cumpleaños, y un par de amigas de mi madre. En realidad, mi familia es bastante poco amiga de celebraciones muy escandalosas.
Esa vela (poco adecuada para la ocasión, pero nadie se acordó de buscar una) nos tuvo en vilo unos cuantos minutos... más encima, se apagó sola a mitad de la canción.
Quiero decirle a mi madre que la quiero mucho, que no se preocupe, porque saldré adelante (sé que eso la angustia), que puede y debe cumplir muchísimos años más, que no deje sus sueños de lado, incluyendo la pintura y el baile, y que se esfuerce cada día por ser muy feliz.
Hemos pasado momentos difíciles, aún estamos muy tristes por la pérdida de mi abuela, pero sé que en el fondo de su alma está alcanzando la paz que necesita para cerrar ese duelo.
Y eso. Feliz cumpleaños, mamá.
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