lunes, 21 de mayo de 2007

Noche de emociones en Blondie

Finalmente este sábado conocí la dichosa disco Blondie. Aunque parezca raro, nunca había estado en ese lugar, pero siempre hay una primera vez. Mi amiga Paz practicamente me obligó a dejar el encierro (bueno, nunca tanto, pero reconozco que a mí no se me habría ocurrido), y con la excusa de un especial de Depeche Mode, salimos a buscar emociones.

Primero que todo, Transantiago. Como no puedo manejar, y más encima el mecánico me había entregado autoku recién el viernes, no quisimos arriesgarnos a quedar tiradas por Santiago en medio de la noche, así que probamos suerte con el transporte público. Colectivo, colectivo, y taxi. Unica manera de llegar a destino. Los paraderos estaban llenos, la gente corría como desaforada cada vez que una micro se detenía. Porque los operadores no te hacen caso, y siguen de largo aunque tengan espacio. Finalmente llegamos, dando gracias por nuestra suerte, y nos dispusimos a entrar.

Yo esperaba ver más murciélagos, la verdad. Pero en general en principio la gente se veía bien normal. Uno que otro seguidor de Matrix, hartos con lentes de sol en medio de la oscuridad... claro que no había que arriesgarse a buscar con la mirada chicos guapos, porque te podías topar con sorpresas. Menos mal que ese no era mi objetivo, si no, habría tenido serios problemas.

Baile que baile con Depeche Mode, hasta que de pronto me encontré con un chiquillo que conocí el año pasado en Las Urracas (sí, alguna vez estuve ahí. Bueno, dos veces). Después de reconocerme y darse a reconocer (me costó), me explicaba que nunca más me llamó porque había perdido su celular, y con eso, mi número. Pobre, como si me importara... en fin, andaba con un amigo, y se nos pegaron.

Luego de un rato, y de hacer la consabida maniobra distractiva para perdernos, con Paz llegamos a la conclusión de que no tendríamos más aguante pasadas las 3.30, así que nos dispusimos a bailar los últimos temas. La verdad, yo sentía que me iba a desmayar, pero creí un deber sacarle el jugo a la salida, ya que había sido tan sacrificada... así que me esmeré por soportarlo, y bailé aunque tuviera ganas de ponerme en off.

Claro que como siempre operan milagros, en algún momento mi amiga divisó en el horizonte un chico guapo de su agrado, y bueno, adiós cansancio. Tocó la casualidad que el chico en cuestión me conocía, así que nos pusimos a conversar y bailar. Luego mi amiga encontró que el amigo de él estaba más interesante, así que me quedé tranquila por ese lado. Claro que mi pasado me persigue, y resulta que al muchacho lo conocía porque había hecho años atrás recitales con mi ex y tocaba en una conocida banda de heavy metal (conocida para el ambiente metalero, of course), así que gran parte de la conversación giró en torno a esos temas.

Finalmente, nos retiramos del lugar antes de que terminara todo (tipo 5.30), mi amiga con un número nuevo en su celular, y nuevamente taxi a pza italia, para tomar el colectivo a domicilio, lo cual conseguimos luego de hacer una larga fila. Y hacía un frío... claro que yo andaba con mi súper chaqueta de piel ultra térmica, así que me reí de los peces de colores.

En conclusión, última vez que salgo sin el auto. Prefiero arriesgarme a una panne o a la improbable apertura de mi carruaje (ya no tengo ni radio que me puedan robar), antes que dármelas de aventurera y tratar de recordar viejos tiempos. Y con respecto a la Blondie, bien, entretenida, apta como para ir una o dos veces al año. Con suerte.

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