jueves, 27 de diciembre de 2007

Deja que me marche

Sin remedio a mis males, sin aliento a mis deidades. Tu voz me llega lejana, y siento que ya no quiero escucharla. Que tus palabras resbalan por mi piel como el tenue brillo de una estela perdida en el tiempo.

Ya no sé lo que dices. De qué color son tus recuerdos, si cuando estuve a tu lado sólo quisiste destruir mis afectos!

Y en mis manos se esconde siempre una caricia para tu rostro...

Si tan sólo supiera que este frío pasará, sin dejar marcas, sin mentiras que me alejen. El ocaso aguarda mi silencio, el aire está quieto. Es cada vez más claro el camino a mi noche de estrellas azules. Deja que me marche envuelta en bruma.

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