Qué dulce ilusión puja a cada instante por colarse entre mis horas grises, y bañar mis dedos de infantiles fragancias!
No puedo tener tus manos acariciando mi frente. No hay voces ni barreras que te alejen; es sólo la quietud de tu espíritu y la indiferencia que mi delirio te provoca lo que mantiene tus huellas en surcos vedados a mis pasos.
Soñçe con olvidarte en una tierra tranquila, y sigo aquí, atada a mis bloques de cemento. Precipitando mi corazón en lágrimas de desgarro. Inundando de soledad y quebranto mis sueños más anhelados.
Es que jamás llegará el momento en que libres mi alma de tu recuerdo incesante?
Si no soy más que curiosos recuerdos y minutos de risa distante.
Si no inspiro más que el cómplice instante de un diálogo insulzo.
Por qué no pude huir, y dejar que la ausencia mitigara este dolor que me traspasa?
jueves, 20 de diciembre de 2007
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