lunes, 15 de octubre de 2007

Allí podré olvidar.

Cuántas preguntas quedarán suspendidas, como nubes lejanas que miran en la distancia y se desligan de las alturas que las desgarran.

No hay cabida en mi alma para tanta incertidumbre. No puedo comprender, y se me hace un nudo ciego cada vez que ato detalles y mandatos, verdades a medias, palabras mal escogidas.

Sólo el tiempo y la distancia podrán poner fin a este dolor, tranquilo, pero punzante.

Como un insecto que se mueve hacia la luz que le quitará la vida, kamikaze absurdo, marchar a ciegas hacia el vacío que siempre aguarda.

Cuáles son los sueños que podrán revivir desde el fondo de las cenizas esparcidas en los vientos?

Una maldición. O sólo mala suerte, mala estrella, código ilegible que me empuja a senderos que no debí pisar nunca.

Por qué, entonces, tocaste mi rostro y me besaste? Si en tu alma sólo había espacio para el desaliento, si tenías tu camino trazado, si tu elección estaba hecha, por qué?

Acaso me volví una especie de soporte extra, como la tapita que se coloca bajo la pata para que la mesa no se tambalee?

Si nunca te importó el torbellino que crecía con la fuerza de mil mares, con el vértigo y la emoción que sólo los espíritus atormentados pueden concebir. Por qué me miraste? Por qué?

Y pierdo la vergüenza, muestro mis cartas, grito al viento el amor que se esconde en mi vientre. Y sólo te preocupa si acaso tienes o no la culpa de semejante descalabro.

Qué inhumana se vuelve a veces la vida. Qué injusta, qué déspota, al librarnos de martirios sólo para hacernos caer en pozos profundos.

Pero...

El camino conduce a nuevas rutas.

Otros horizontes sonríen a lo lejos, y me invitan a lanzarme hacia ellos.

Allí podré olvidar que alguna vez dije "te quiero".

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