lunes, 8 de octubre de 2007

No digas nada.

Ya no digas nada. Las palabras perdieron la ruta, y se esparcieron por el aire, con el suave murmullo de mil secretos.

No invoques mi nombre. Estoy lejos, más de lo que piensas. Mi alma vuela ya buscando caminos sin construir.

No tienes una respuesta a mis plegarias.

No adivinas el ronco lamento de mi silencio.

A tu espíritu enfermo no hay color que le dé vida. Ni siquiera mi risa en la mañana.

Amanda Cabot.