domingo, 9 de septiembre de 2007

Atreverse a soñar

Hace algún tiempo, después de arduas e intensas reflexiones, me di cuenta que uno de los principales miedos que paralizaban mi vida era el soñar. Me había vuelto esclava del día a día, de las obligaciones, de la productividad, y uno de mis máximos temores era imaginar algo que deseara con mucha intensidad, porque fijo que no sucedería.

Tanto fue así, que me encontré viviendo como una garrapata, encerrada en mi metro cuadrado, convenciéndome de que debía pedir un certificado de garantía antes de pegarme el salto y poner mi algarabía en funcionamiento.

Pero sin sueños no somos nada. Y no me refiero a los graaaaaandes sueños, como el fin de la pobreza, educación para todos, acceso universal a los libros y la música (y las facilidades para crearlos sin afligirse por el costo). Estoy hablando de esas pequeñas fantasías que hacen un poquito más sabrosa la existencia.

Por eso hoy me di permiso para volver a soñar; a pasarme horas tirada sobre unos cojines, mirando el techo e imaginando situaciones dulces, tiernas, descabelladas, eróticas, burbujeantes... a lo mejor se cumplen mis funestas profecías, y nada de lo que cree en mi mente se haga realidad (bu, qué fome), pero el ratito de felicidad que me producen valen más que un pastel con mucha crema y chocolate. Me hacen andar con una gran sonrisa, y también, sentir un cosquilleo en la guata cuando la víctima de mis especulaciones se da una vuelta por estos lados. Supiera lo que se me pasaba por la cabeza!

Me sentí bastante feliz. Y era tan sencillo... ojalá me siga haciendo caso, y dando rienda suelta a mi imaginación. Además, tengo una numerosa cantidad de concursos esperando por mis letras, así que a soñar se ha dicho. Quién sabe si entre tanta locura mental desatada sale algo digno de ser leído? (y bueno, en una de esas algo resulta... a algo de lo que imagino me refiero).

No hay comentarios.: