sábado, 22 de septiembre de 2007

El deber

Tengo un deber ineludible que cumplir: me piden que escoja hasta 8 de mis "creaciones" para competir contra otros. Ja, no, no compito con nadie, pero si quiero que alguna vez alguien más que el par de lectores de este blog sepa de Amanda Cabot debo comenzar a meter bulla.

El problema es que cada día que pasa un nuevo estado anímico me impulsa a escoger unas y desechar otras. Es complejo tener que elegir, sobre todo cuando un escrito puede ser muy bello y desgarrador, o bello y esperanzador, pero no coincide con el sentimiento del momento de la elección.

Si ahora elijo, preferiré las más oscuras de mis creaciones, las más tristes, las más melancólicas. Y si bien el dolor en sí tiene belleza, siempre deja un rastro amargo en el espíritu del que lee. Cómo no sentir bien adentro la congoja expresada en unas líneas sin quedar con un gusto raro en la garganta?

Y tampoco puedo elegir mis escritos más "alegres", porque me da pena leerlos y pensar que alguna vez tuve esos sueños, esas esperanzas, y que todo ahora se ha ido al carajo. Tengo una llaga muy recientemente abierta como para ser objetiva.

Pedí ayuda, pero no me pescaron ni en bajada (a veces se me olvida que las personas tienen vida propia, y con la egolatría propia de los "creadores" pienso que todo aquel que es tocado por la varita de mi sensibilidad tiene que estar pensando en lo mismo que yo. Qué bruta!).

A lo mejor éste no es un buen día para sufrir mirándome el ombligo.

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