jueves, 20 de septiembre de 2007

Llévame...

Quiero, esta vez, equivocarme de modo garrafal. Que ni una sola de mis ideas sea cierta, que la vergüenza de mis errores sea tal que me nuble y me haga olvidar que siquiera tengo mente.

Quiero que mis deudas, mis silencios, sólo oculten los temores que tengo de que el vacío sea cierto, de que su mano se mantendrá por siempre lejos de mis dedos.

No poseo nada. No distingo nada. Sólo soy una pequeña mancha que se mueve en el pavimento.

De qué valen las ilusiones, el cambio de estación. Mañana llega la primavera, pero pasará de largo por mi puerta. No se llenarán mis ventanas con los colores tibios de nuevas alegrías, porque estoy sumergida, no existo, no late un corazón con el sonido de mi voz en la distancia.

Penumbra, llévame. Sácame de este hondo abismo, en el que caí por tratar de volar alto. Creí que ya no lloraría, pero aquí me tienes, con el pecho oprimido nuevamente. Alguna vez se irá, por todos los cielos, este dolor?

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