martes, 11 de septiembre de 2007

Hace un par de años me escapaba...

Recuerdo hace un par de años en que, hastiada y a punto de estallar, fantaseaba con iniciar una nueva vida lejos de aquí, donde nadie me encontrara.

Pese a que amo el mar, mi refugio lo imaginaba en el campo. En un valle, rodeada de cerros milenarios, una casa de madera con terraza. Me veía sentada en la tarde, contemplando los cambios de color en unos viñedos, con un tazón de café en mis manos. Respiraba paz.

Ahora que he investigado un poco sé que parte de mis ancestros vivieron de esa manera, cuidando vides, en una completa armonía con la tierra. Incluso supe que sangre mapuche corre por mis venas.

Qué bello sería estar cada tarde rodeada de verde y flores; buscar la armonía en el entorno, y dejarme invadir por espíritus misteriosos y voces de gente antigua que me susurren al oído las historias de sus luchas, de sus amores, de la entrega diaria del sudor a la tierra abierta.

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