viernes, 14 de septiembre de 2007

Una taza de té.

Una taza de té me espera, como cada tarde, al terminar mi peregrinaje. Me espera con su instante de paz, de serena majestuosidad.

Una taza de té me despide en la mañana, me mira con su gran ojo castaño, me envía vapores sagrados.

Esta vez fue diferente. Esta vez la taza de té se burló de mi miseria; reflejó mi cara triste, pesarosa pero altiva. Me dijo que debía sumergirme en sus aguas quietas, que me acostumbrara al paso inexorable del tiempo.

La taza de té fue mi condena. Yo la vi a lo lejos, tras la bruma de mis lágrimas cayendo.

Pero igual debí caminar y encontrar el sendero.

Y en el ocaso otra taza de té me estará aguardando.

1 comentario:

Nívola frívola dijo...

UNA TAZA DE BUEN CAFÉ... LA SOLEDAD SE DISFRUTA!!!