Algo trajo la lluvia que despertó mis antiguos demonios, esos que se estaban adormeciendo, engañados por mis falsas promesas de sonrisas y juegos limpios.
Algo removió el aire y me enfrentó a los pesares de siempre, a los abandonos, los sonidos, las certezas de angustias y las voces del miedo.
De pronto me sentí ajena, perdida y olvidada. El mundo siguió su ruta, y me quedé varada en una maraña de pensamientos, viviendo sólo para sentir cómo mi pecho se inflama y contrae al compás de una dolorosa respiración.
Mi reflejo se pierde en el infinito y el silencio.
Amanda Cabot.
Junio 22 de 2007.-
Llueve… y mi espíritu se desvanece.
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