jueves, 28 de junio de 2007

De goles y puntos...

Hoy era uno de esos días que esperaba hacía tiempo. Medio desconectada de la realidad, pero recordando que a las 6 del miércoles Chile comenzaba su desempeño en Copa América. En un estadio nuevo que costó mucha plata al gobierno venezolano, que me imagino ve en el fútbol una manera de evangelizar a sus huestes con el sueño bolivariano. Lindo el estadio, igual. Nada que decir. Total, algo sabe Chávez de cómo mantener contenta a su gente...

Me complicó para la cábala que en el horóscopo de la Nena Borrero me saliera que el color del día era el blanco. Estaba totalmente decidida cubrirme de rojo, pero la sugerencia hizo que usara un suéter blanco, pantalones rojos, y ropa interior del mismo color. Todo sea por apoyar a chilito...

Tras una rápida salida para dejar a mi madre en la casa de mi hermano y comprar provisiones, me acomodé con la debida anticipación ante mi TV con el volumen muy alto. Sólo me acompañaba mi fiel Gatoku, quien en esta ocasión prefirió dormir a mi lado, en vez de seguir atentamente el juego.

Estaba tan ansiosa que tenía una mezcla de actividades, entre ellas seguir digitando un aburrido manual sobre enfermedades alérgicas. Al mismo tiempo, a mano el tejido de una linda bufanda roja, que me propuse terminar con motivo del partido. Se inició el encuentro, y yo métale puntos, derecho-revés, con un ojo en la pantalla y otro en los palillos. Se ponía cuesta arriba la cosa, con unos ecuatorianos demasiado altos, demasiado afiatados, mientras los chilenos se miraban las caras y no encontraban la mixtura.

Desesperación. Con furia iba pasando los puntos, sin entender por qué Acosta insistía en sus experimentos raros. El gol del chupete me dio una fugaz alegría, que rápidamente se alejó de mi espíritu con el segundo gol enemigo. El dominio amarillo se hacía evidente, y yo trataba de pasar la rabia cortando y poniendo flecos a mi bufanda, con la esperanza puesta en el segundo tiempo.

Comenzó el round, y mis gritos. Gatoku levantaba la cabeza, molesto por el desorden (mala suerte), y yo gritaba instrucciones, creyendo que alguien me iba a hacer caso. Hasta que ocurrió el milagro. C
hupete insistió, los ecuatorianos se cansaron, los cambios dieron resultado, y el momento mágico del día llegaría en los pies de Villanueva. Qué manera de gritarle mi adoración a ese individuo! No podía creerlo, por fin la situación al revés. Siempre somos nosotros los que vamos logrando la hazaña, y en el último minuto nos roban la película. Ahora no. De alguna manera, los alientos aportados por los recién ingresados prendieron fuego en las venas de los chicos, y nos quedamos con el triunfo, con los puntos, y con la alegría de un pueblo entero.

Y yo, con una linda bufanda nueva recién terminada, lista para ser estrenada junto con mis botas del mismo color. Grande la Roja!
Villanueva, mi héroe del día. Cuando se puso frente a la pelota le grité con toda mi alma floridana, pidiéndole que se hiciera la idea que estaba acá a pocas cuadras, donde juega habitualmente, para olvidar cualquier temor escénico y la metiera dentro del arco. Gracias, lindo!!!


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