miércoles, 6 de junio de 2007

Un tormento en cada paso hacia el abismo

Este cuadro de penumbras es lo que mi vida envuelve. El frío silencio me aquieta, las sombras me rodean, los espacios se hacen enormes y vacíos, sin ecos ni risas.

Esta extinta alegría es lo que me queda. Ya no hay misterios por develar. Ya no está la magia de una mirada penetrante, ni las promesas de un deseo contenido por las circunstancias.

Conoció mi mundo privado, y la esperanza se transformó en desilusión. No fue suficiente el pozo profundo de mis sueños. Mis anhelos no encontraron respuesta, mi silueta pasó inadvertida; mis ojos aún claman por su mirada, pero sólo encuentran su indiferencia.

Soy un tormento en cada paso hacia el abismo, y temo caer, mientras las dagas de su olvido clavan su dolor en las sienes. Mis puños hieren mis mejillas, mi vientre se contrae con espasmos; sólo queda esperar que la angustia pase, y me permita respirar nuevamente.

Y al igual que tantas otras veces, soportar la certeza del desprecio por mis manos extendidas, esconder la cara y dejar morir en mi garganta mi voz y su nombre.

Amanda Cabot.
Junio 7 de 2007.
Se esfuma el destello que alguna vez hizo renacer fuego de las ruinas humeantes de mi alma.

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