jueves, 19 de julio de 2007

Anoche me miré en un espejo...

Anoche me miré en un espejo. Del baúl de mis despojos escaparon secretos, verdades vergonzosas que envolvían con un manto fúnebre recuerdos y ansiedades. Condenas pueriles, que invocadas me aterraran con su presencia, de pronto, a la luz de una frágil llama, se desvanecieron en el silencio.

Anoche desnudé un capítulo amargo, entre lágrimas y frases a medias. Miré en el fondo de mis pupilas, y esa pálida imagen me devolvió una esperanza. Entre la niebla, entre jirones de sueños perdidos, una nueva faz me entregó una sonrisa, y me prendí de ella con una súbita fe renacida.

Y al volver el aliento a mis mejillas ya mi pecho no se hundió. Otra oscura piedra había sido quitada de mi ruta, y las caras retorcidas de los demonios no tuvieron la misma expresión de burla.

Anoche me sumergí en aguas mansas, y el cristal de la superficie mostró una imagen ondulante, casi coqueta, sin disfraces. Brillante en su marea, plateada bajo los astros.

Anoche mis labios se entreabrieron, y mis párpados cayeron rendidos. Una paz desconocida recorrió mi rostro, y encontré calor en mi propio vientre, con las manos blancas, aliviadas de su carga.

Anoche... un guerrero recogió mi cuerpo malherido y lo llevó en andas hasta el borde del camino.

Amanda Cabot.
Julio 19 de 2007.-
Y el espejo mostró una nueva silueta a la luz del amanecer.


No hay comentarios.: