Déjenme sentir que la sangre se precipita por mis venas, que renazco después de una noche de tormenta.
Déjenme imaginar mi piel sedienta de sus abrazos, y mis labios trémulos buscando incansables su boca y aliento.
Déjenme creer que hay un mañana, que las nubes abrirán el claro resplandor del amanecer. Que las horas volcarán su anhelo en mi regazo, y que contaré sus cabellos, rezando una letanía de bendiciones y suspiros.
Déjenme pensar en un abrazo de miel y verdes prados, en su cintura al compás de mis dedos, en mi propia sombra protegiendo las caricias y los murmullos.
Déjenme la ilusión y los deseos de dormirme en su mirada.
Déjenme soñar con su corazón palpitando al mismo ritmo que el mío.
Amanda Cabot.
Junio 5 de 2007.-
Déjenme seducir su silencio con mi voz susurrante...
jueves, 5 de julio de 2007
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