Respirar.
Respirar de tu aliento, de las huellas que deja el viento en tu mirada. Con las manos abiertas, y la risa sutil, conducir mi sendero por tu vértigo en la arena.
Sentir el fuego de tormentas quemando mi garganta. Arrastarme por el fango y emerger rescatada por tu abrazo, cuidadoso, despiadado.
Iluminar la faz oculta, encender hogueras en nombre de la luna. Resbalar por tu piel sedienta, y dejarme morir en tu boca, devorada, predispuesta.
Doblegar.
Doblegar tus párpados dormidos, hacerlos cautivos de mi condena. Entonar coros de melodías sin fin, volverme hembra y carne, solícita, tirana.
Envolver tu silueta con el color de mi vientre. Botar las máscaras, derribar el cielo, dejarme caer en tus heridas y aliviar con mi sangre tu pulso enmarañado.
Simular que estoy exhausta, y volver a la batalla. Ofrendar mi cuerpo guardado, creerme santa, y en las sombras, descreída, beber de tu pecho sudando el silencio.
Como si no hubiera un mañana. Como si en unas horas el mundo volcara en mí la envidia, y tuviera que explotar, con el corazón en llamas, y la fe intacta en que nada nos detendrá.
Amanda Cabot.
Julio 21 de 2007.-
Respirar... en tu fuerza, en tu aliento, en tu vida. Amanece en las orillas.
sábado, 21 de julio de 2007
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