miércoles, 22 de agosto de 2007

El arquero me habló, me dijo cosas...

Me carga pagar cuentas. No por tener que desembolsar parte de mis finanzas, mal que mal son para eso, si no porque detesto tener que ir a esos lugares atestados de personas malhumoradas, que no pueden mantener su distancia en la fila y respiran casi en mi oreja.

Creo que Servipag es una de las creaciones más útiles del ingenio humano (junto con la lavadora automática), pero ayer me falló. Intenté pagarle a Aguas Andinas dos meses de consumo del vital líquido, y me rechazó. Tuve que hacerme el ánimo, y para evitar el corte de suministro (eso sí que sería patético) partir y enfrentarme al gentío.

Después de jugar Xperto (pa variar perdí, pero no sólo los argentinos me fallaron), me dirigí a la sucursal. Milagro, estaba casi vacía. Feliz me puse en la fila, que avanzaba velozmente. En eso llegué al inicio, y la rapidez del sistema se detuvo debido a un señor muy mal genio que retaba a la cajera como si en ello se le fuera la vida. Ese afán de algunos individuos de sentirse importantes gritoneando a alguien que sólo hace su trabajo.

Distraída como estaba por culpa del incidente, no me di cuenta que había una caja vacía. En eso, una amable voz masculina, proveniente de quien estaba tras de mí en la cola, me dijo "puede pasar ya a ésa". Con un respingo llegué a cumplir con mi deber, y pude constatar que el dueño de la voz se instalaba en la caja de al lado para pagar. Era él! El Loco! Peric!

Si alguna duda podía tener respecto a su persona, me quedó más que claro quién era debido a la postura simpaticona, desenvuelta y casi desfachatada con que pagaba sus obligaciones. Sólo un futbolista puede andar por la vida tan sonriente y seguro de sí mismo después de haber sido descartado de la nómina de la selección chilena por dárselas de vedetto y salir en paños menores en un programa de TV.

Seguramente él está muerto de la risa, y recogiendo en la calle miradas y piropos femeninos tras ese descarado despliegue de anatomía mediático. En su lugar, se me caería la cara de vergüenza, me escondería en mi casa y mi trabajo, y al menos le pediría a un pariente o hasta al conserje que me pagara las cuentas antes que andar por la vida cargando con el peso de haber sido descartada para defender los colores de mi país.

No hay comentarios.: