jueves, 2 de agosto de 2007

Nerviosa


El gato me pone nerviosa.

Me mira impávido desde la puerta de mi pieza.

Le hablo y no hace un gesto, siquiera. Sólo clava en mi cara sus ojos redondos, brillantes.

No sé lo que quiere. No sé si ve sobre mi cabeza alguna sombra, un espíritu, un ser de otra dimensión que no tengo el privilegio de ver por mi misma.

Solamente me mira, sin pestañear, sin moverse un milímetro de su posición. Su persistente actitud me está provocando escalofríos. Trato de ignorarlo, de concentrarme en mi tejido, pero no puedo.

Lo llamo, y no viene.

Qué demonios quiere este gato?

Tal vez debo salir de aquí, respirar un poco de otro aire, si no, terminaré trastornada, y pidiendo a gritos que traigan un pájaro para que este animal se concentre en otra cosa.

Y me sigue mirando...

No hay comentarios.: