lunes, 20 de agosto de 2007

Estoicas... y engreídas.

Ya me había amenazado anteriormente, y suponía que una nueva negativa me acarrearía más de un insulto (garabatos incluídos). Así que cuando Paz me llamó a eso de las 10 pm para confirmar nuestra salida sabatina nocturna, no tuve más remedio que hacer de tripas corazón, y partir.

La verdad, mi única motivación era poder compartir un poco con mi amigui, a la que hacía harto rato que no veía. Mientras terminaba de comer y reposar mis dos sandwiches de jamón/huevo (mi nueva pasión), me armé de energía, la que me alcanzó hasta para ponerme bella.

Hacía muuuuucho frío. En vista y considerando que las ganas no daban para ir al dancing (tanto acarreo de muebles me tenía un poco agotada), decidimos buscar un pub para mayores de 25 en Avenida La Florida. Así, cuando nos aburriéramos, siempre estaríamos lo suficientemente cerca como para que volver a casa no fuese una travesía.

Vimos un par de lugares, pero después de encontrar el único estacionamiento disponible nos dirigimos al sector pub del Xsezo. Había una fila enorme de adolescentes (y no tanto) que desafiaban la baja temperatura para lograr entrar y bailar reggaeton. Nosotras, como unas ladies, nos instalamos en el sector de terraza cerrada del local.

Primer inconveniente. Había un cantante que hacía odiar la música. El pobre se esmeraba en hacer participar y cantar al público, pero no tenía mayor respuesta, y pese a todo, estoicamente cumplió su contrato, y torturó nuestros oídos hasta como las 2 am.

Una vez que decidimos que la estufa turbo instalada en nuestro sector no era suficiente para olvidarnos del frío, molestamos nuevamente a la mesera para que nos ubicara en el sector interior. Entonces empezó nuestra odiosa mala costumbre de reírnos de la gente. El lugar definitivamente no era nuestro target. Estaba lleno de grupos de hombres (solos o con pocas mujeres como compañía), y todos eran feos. Todos. Ni con mucha paciencia o un tercer ojo capaz de ver el aura le habría encontrado el lado atractivo a los parroquianos. Y lo peor, es que muchos de ellos estaban acompañados de chicas guapas. No entiendo lo que sucede.

Había un grupo muy gracioso compuesto por una pareja y los que evidentemente eran los padres del novio. El estaba en su salsa, pero ella se notaba que hacía grandes esfuerzos por seguir la conversación y sonreir con simpatía. Y creo que fue peor cuando notó que estábamos pendientes de su historia.

El chico del polerón café. En un grupo, compuesto por unos cinco tipos y tres niñas, había un joven que, lamentablemente, confundió mi miopía con interés, e incómodamente me obligó a evitar mirar hacia el sector donde se encontraba, ya que vez que volteaba hacia allí tenía sus ojos clavados en mis lentes. A Paz le daba risa, a mí no me hacía ninguna gracia.

Cuando asumimos que el lugar no nos agradaba, que éramos un lunar de belleza en un reducto de fealdad, y que el ruido ya nos provocaba dolor de garganta por el esfuerzo para hablar, estuvimos cerca de media hora esperando que la mesera se dignara llevarnos la cuenta. Al parecer nuestro consumo de 1 pisco sour, 1 coca light y unas empanaditas no le parecía lo suficientemente atractivo como para cobrarnos. Indignadas, fuimos directamente a la caja a pagar. Hasta dejar la propina fue un trámite.

No podíamos creer el frío que hacía. Y yo con falda!!! pero larga... y con mis botas nuevas... y gorrito de lana... pero no muy abrigada, lo que nos obligó a correr hasta el auto para evitar morir por congelamiento. En vista y considerando que ansiaba con toda mi alma un café cortado, y que Paz se había agotado su provisión de cigarros, pasamos a un Esso Market. Nunca me había gustado tanto uno de esos lugares. Estaba tibiecito, con mesitas, silencioso pero sin eco. Y hasta llegaban compradores bastante guapos. Aunque la niña del mesón nos atendió de mala gana, y practicamente nos gritó para que fuera a buscar mi café, creo que el mejor momento de la noche fue la conversación distendida, sin gritos para escucharnos, y con el relajo de sabernos observadas pero no codiciadas.

Creo que para la próxima iremos de frentón a bailar a la Blondie o Batuta, o bien, a buscar un lugar muy cool en las Vizcachas.

Será un problema de edad? No lo tengo claro. Sólo sé que sigo siendo muy engreída, y que seguramente lo seguiré siendo aunque las arrugas me reboten en el suelo.

2 comentarios:

Pazchina dijo...

Jajajaja bastante grafico, la proxima vez deberemos tener una reserva extra de energias para el dancing querida.

Lilian Flores Guerra dijo...

Sí, yo creo. Si de gritar se trata, prefiero hacerlo encima de una música que me agrade.