jueves, 9 de agosto de 2007

Hace dos años...



Hace dos años te fuiste. Tu cuerpo malherido, testigo de tantas batallas y caminos, liberó tu alma, y sin una palabra de despedida encontraste una nueva ruta.

Creo que nunca te conocí. Tal vez siempre tuve de ti una imagen parcial, lejana, que me atemorizaba y estiraba la distancia.

Sin embargo, ahora te veo y percibo que me parezco tanto a ti...

Recuerdo esas mañanas cuando iba a tu cuarto y te leía el diario. No buscaba una recompensa, ni que me quisieras más. Sólo quería compartir contigo unos momentos, y bien sabes que esos fueron los únicos que nos unieron.

Hace dos años te fuiste. Tu sonrisa yacía estancada, tu mirada perdida. Ya era tanto el tiempo que tu mente vagaba lejos, en otros menesteres, en tu pasado glorioso y con el golpe del destino que cambió tu rumbo.

La última vez que te hablé no me conociste. Nos quedamos a solas, te asustaste y me tomaste de los brazos. Te dije mi nombre y por qué estaba ahí, pero tus ojos denotaban temor, y tus labios trataban de expresar tu incertidumbre. "Soy su nieta, la periodista", intenté hacerte recordar. Entonces sonreíste, me miraste con cariño, y volviste a la calma.

Cuando supe que te habías ido me quedé muda. Sabía que debías partir, pero una parte de mí igualmente se estremeció. Y cuando estuve sola, frente al espejo, por fin pude llorar por tu partida.


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