jueves, 2 de agosto de 2007

Vuelvo a casa

Amor, vuelvo a casa.

Ya las serranías bebieron todo el sudor que entregué cuidando de los nuestros.

Mis manos están ajadas, resecas, tan distintas a aquellas que conociste en mi juventud primera, las que te acariciaban la frente, cada noche, cuando descansabas tras la batalla.

En el alma se confuden mil recuerdos de nobleza y tempestades. Veo rostros, a veces sonrientes, a veces moribundos.


Amor, vuelvo a casa.

Ya mi cuerpo cansado pide paz y un lecho tranquilo.

Mis pies no tienen forma. Se perdieron, se mezclaron con la arena del desierto y las rocas de la montaña. Sólo son testigos del paso de miles hacia el honor y la tragedia. No pueden conducirme a donde me esperas, pues mi hora aún no llega.

En mis ojos las lágrimas están secas. Todas las vertí, sobre tu pecho agitado, en la soledad de la noche que te llevó de mi lado.


Amor, vuelvo a nuestra casa.

En sus muros buscaré la sombra de tu mirada.

En los campos gritaré tu nombre al viento, pediré a dios que te traiga de vuelta, juntaré tus cosas y dormiré sobre ellas.

En mi vientre guardo un secreto. Una flor, un nuevo latir, que me une a ti por siempre y traerá a mis años los ecos de nuestra dicha.


Amor, te dejo. Aunque bajo una sencilla cruz tus labios están sellados, vuelvo a casa sabiendo que me observas, que tu espíritu guiará mis pasos, que la sangre del camino se apartará ante mi andar.

Porque ni la muerte ni la guerra nos pudieron separar.


Amanda Cabot.
Agosto 2 de 2007.-
De ti, mujer, surje la esencia de nuestra fuerza.